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Notas sobre la población Mapuche actual

Posted in Textos de Interes para la formación, VII. Fuerzas que mantienen la iniciativa by formacionmpt on noviembre 9, 2009
Alejandro Saavedra Peláez


Resumen

a actual población mapuche en Chile está constituida por unas 800.000 personas que han nacido o son descendientes directos de familias mapuche asentadas en las reducciones y otras comunidades sin título hacia fines del siglo XIX. Existen, además, unas 650.000 personas que reconocen un origen étnico mapuche lejano y difuso.
Sólo un 16.6 % de la población mapuche vive en los territorios de sus últimas comunidades. La mayor parte ha emigrado y 8 de cada 10 mapuche viven en ciudades. No más de un 12% de la población mapuche se gana la vida como campesinos por cuenta propia. Un 73% se ha proletarizado y trabaja como asalariados y como empleados.
Es erróneo considerar que la actual población mapuche constituye una cultura, o una sociedad; más aún imaginar que la cultura mapuche del pasado aún persiste. Los mapuche de hoy son una población étnica, con una fuerte identidad étnica, definida por una historia común compartida y por sus relaciones interétnicas.
La identidad étnica de los mapuche no es la única ni la principal identidad colectiva que tienen los actuales mapuche.
La conquista y colonización española, con su primer etnocidio, desencadena importantes transformaciones de la cultura mapuche del siglo XVI. La formación del estado nacional de Chile y su expansión territorial, hacia el norte y hacia el sur, van acompañadas del principal etnocidio respecto a la cultura mapuche: su derrota y radicación en las reducciones. Los mapuche, transformados por la fuerza en ciudadanos chilenos se hacen campesinos para sobrevivir y terminan proletarizándose y empobreciéndose. La cultura mapuche del siglo XIX se transforma en una población étnica subordinada que forma parte de las clases sociales más pobres de la sociedad chilena.


 

INTRODUCCION

A comienzos del año 2000,

cuando escribo estas notas, los mapuche siguen presentes en la sociedad chilena. En vez de desaparecer continúan haciendo noticia.

Estas noticias, junto con una ideología de revalorización de lo indígena, (y en general de lo étnico), generan actitudes de comprensión y simpatía hacia la población mapuche, y también, actitudes de preocupación y rechazo. En todo caso existe, hoy en día, un significativo interés social hacia los mapuche.

El renovado interés por la población mapuche actual está, muy frecuentemente, acompañado de estereotipos sociales. Descansa en numerosas imágenes, suposiciones y conocimientos erróneos respecto a la población mapuche de hoy.

No son pocos los que se imaginan a los mapuche como muy distintos a los chilenos: hablando en otro idioma, con otras costumbres y creencias y, en particular, con otro espíritu que les da una mirada diferente frente a las cosas. Incluso, para algunos, los mapuche tendrían una muy diferente y valiosa relación con la naturaleza1. En general, se tiende a considerar a los mapuche como pertenecientes a otra cultura.

Por mi parte, estoy convencido de que la población mapuche actual no es una cultura, (mucho menos una sociedad), en el sentido preciso de estos términos. Su actual identidad étnica se define, principalmente, por una historia común compartida, por sus relaciones interétnicas y no por las persistencias de una cultura del pasado.Más aún: pienso que la identidad étnica no es la única ni la principal identidad social de los mapuche de hoy.

Los errores respecto a la población mapuche no son sólo un asunto académico si no que son, además, un problema político e ideológico con graves consecuencias prácticas para los mapuche, para nuestra sociedad y, en especial, para quienes pretendemos transformarla.

Este artículo está formado por cinco notas que resumen un conjunto de información, y algunas ideas, que pudieran contribuir a corregir los errores respecto a la población mapuche actual.

En la primera nota nos preguntamos respecto a quienes debemos considerar como mapuche y, más precisamente, qué significa, ( qué quiere decir), que identifiquemos a un conjunto de personas como mapuche. A partir de este análisis hacemos algunas estimaciones sobre el tamaño de la población mapuche actual.

La segunda nota busca mostrar la heterogeneidad, y las más que probables transformaciones de la población mapuche, a través de la localización geográfica de los mapuche de hoy. Identifica varios segmentos diferenciados de la población mapuche asociados a su respectiva localización.

En la tercera nota proporcionamos información básica acerca de las formas en que se ganan la vida los mapuche y mostramos como comparten estas formas de ganarse la vida, ( y por lo tanto intereses, formas de vida, diversos aspectos de una gran significación social), con muchas personas no mapuche. La identidad socioeconómica de los mapuche es tanto o más significativa que su identidad étnica.

La cuarta nota reseña algunos de los procesos históricos, que considero más significativos, en la transformación de la cultura mapuche en una población étnica subordinada que forma parte de las clases sociales más pobres de la sociedad chilena.

En la quinta nota cuestionamos

la consideración de la población mapuche actual como una cultura y advertimos de las consecuencias de esta consideración.

1. QUIENES Y CUANTOS SON MAPUCHE

¿Quiénes pueden s

er considerados mapuche en la sociedad chilena actual?. ¿Qué características distintivas deben tener las personas para que los consideremos mapuche?.

Concepto censal de mapuche

De acuerdo al Censo de Población son mapuche aquellas personas que se consideran pertenecientes a la cultura mapuche.

En efecto, la pregunta

Nº 16 del XVI Censo Nacional de Población y Vivienda, para todas las personas de 14 años y más, dice: “Si Usted es chileno, ¿se considera perteneciente a alguna de las siguientes culturas?”. Y se proporcionan cuatro alternativas: 1)Mapuche, 2)Aymara, 3)Rapanuí y 4) ninguna de las anteriores2.

¿Qué significa declararse mapuche en el Censo?. Sin tener ningún estudio para sustentarlo con la debida evidencia, (y vaya que serían interesantes estudios en esa dirección), es razonable pensar que este dato identifica a un conjunto de personas que se consideran descendientes, más o menos directos, de mapuche. Personas que probablemente piensan que por sus venas corre sangre mapuche y que la historia común compartida en sus orígenes se manifestará de alguna manera en sus características actuales. No significa ni menos, (no es poco), ni más que eso.

Los datos censales no nos dicen nada respecto a si las personas hablan o entienden el mapudungún, ni de sus costumbres y formas de vida, ni de si son más o menos mestizas. Menos aún nos dice algo respecto a sus creencias. Los datos censales registran exclusivamente la declaración de pertenencia a la cultura mapuche. (Qué entienden los entrevistados por cultura mapuche y porqué piensan que pertenecen a esta cultura, son cuestiones a investigar).

Si aceptamos que todas las personas que declaran pertenecer a la cultura mapuche son mapuche (lo que llamaremos “concepto censal de mapuche”), podríamos estimar que en Chile habría hoy en día una población mapuche de aproximadamente 1.450.000 personas.3

Esta población mapuche censalmente definida tiene un solo rasgo conocido en común: el declararse perteneciente a la cultura mapuche. Toda otra característica cultural o étnica que se atribuya a esta población, sin los respaldos adecuados, es una suposición y muy probablemente una traspolación metodológicamente errónea de rasgos y características étnicas de los mapuche del pasado o de las reconstrucciones teóricas de esa cultura.

La población mapuche censalmente definida es significativamente heterogénea respecto a la mayor parte de los indicadores usuales de etnicidad. La inmensa mayoría de esta población es urbana, no habla mapudungún, trabaja y vive en la misma forma que los chilenos pobres no mapuche, no han nacido ni son hijos de nacidos en las reducciones y son descendientes de emigrantes crecientemente mestizos. Incluye, a nuestro juicio, un segmento de descendientes de mapuche que no debiera ser considerado como población mapuche. (Este segmento de la población podría denominarse población que reconoce un origen étnico mapuche).

El concepto censal de mapuche no permite sacar conclusiones sobre las características étnicas y culturales de un sector de la población así definido. Por desgracia estos errores ocurren con frecuencia: se considera a estas personas como diferentes y con otra cultura; y más de alguien, con estos datos, se apresura en afirmar que la sociedad chilena es más indígena que otras sociedades de América Latina.

Declarar “pertenecer a la cultura mapuche”, (como lo registra el Censo), no es un dato suficiente para hacer una serie de afirmaciones. Estos datos no muestran la existencia actual de un grupo étnico, ni de una cultura mapuche en un sentido antropológico más preciso. Los datos censales no dicen nada respecto a formas de vida, tradiciones, instituciones; ni siquiera respecto a sí hablan o entienden el mapudungún. Menos aún de una supuesta “mirada”, perspectiva o “espíritu” mapuche ni de cosmogonías y religiosidad distintivas.

No pocas lecturas que se hacen de los datos censales son erróneas. Así, por ejemplo, en las tabulaciones del Censo que hace el Instituto de Estudios Indígenas4 leen la pregunta Censal como “pertenencia a la cultura mapuche” y no como declaración de pertenencia ; (Considerarse como perteneciente a, es un fenómeno subjetivo, pertenecer a una cultura implica no sólo una autoidentificación subjetiva; supone la existencia actual de tal cultura). El propio Censo de Población denomina las Tablas correspondientes como “grupo étnico declarado”5; (se interpreta que declarar pertenecer a una cultura es lo mismo que declarar pertenecer a un grupo étnico).

Los datos censales muestran la adopción subjetiva de una identidad étnica. No sabemos si ello implica o no la adopción de rasgos objetivos ni tampoco sabemos si esta adopción es reconocimiento de características y procesos reales o la adopción de características supuestas o correspondientes a situaciones del pasado.

La autoidentificación étnica, (si homologamos los conceptos de etnia y cultura), en términos censales en este caso, no permite, mas allá de las suposiciones, conocer los significados y los aspectos objetivos de la identidad étnica mapuche.

Otro concepto de población mapuche

Tanto desde un punto de vista teórico como práctico parece más adecuado considerar que son mapuche, actualmente6 todas aquellas personas que viven o que nacieron en comunidades mapuche, (reducciones) así como a sus hijos y nietos
De acuerdo a este concepto serían mapuche todas las personas directamente involucradas, como protagonistas o parientes cercanos de estos, en el proceso de reducción de la población mapuche y en sus procesos de resistencia subcultural7 .

Este concepto alternativo de mapuche privilegia las formas históricas concretas que asume la diferenciación étnica. Considera que la vida social en común, en las asociaciones étnicas redefinidas como “reducciones”, han sido rasgos definitorios de la calidad social de mapuche. El predominio de interacciones y relaciones sociales entre los mapuches, una mayor endogamia étnica y una menor aculturación relativa están asociados a la persistencia y redefinición étnica de rasgos culturales de diversa índole y se relacionan directamente con la vinculación a las comunidades.

De acuerdo con este concepto alternativo la población mapuche en Chile, actualmente, estaría formada por todas aquellas personas que nacieron en las reducciones y otras comunidades mapuche con o sin título de merced de tierras y por sus hijos y nietos independientemente de si permanecen en estas comunidades o si han emigrado.

Sería ingenuo pensar que una población mapuche, así definida, es homogénea y encarnación de la cultura mapuche. No es cierto que quienes viven, han nacido o son descendientes directos de mapuche en las comunidades, mantengan el idioma, las costumbres y las creencias “tradicionales”8 . Estas personas no constituyen una cultura ni una sociedad mapuche pero si son una población étnica definida.

Estamos utilizando el término población étnica para referirnos a un conjunto de personas, (población), que practica una significativa endogamia que permite la persistencia de rasgos biológicos hereditarios; que se consideran descendientes de un grupo étnico y una cultura claramente identificada, la etnia y cultura mapuche, en este caso. Una población formada por personas que reconocen aspectos importantes de la cultura de sus antepasados como propios, aunque no los compartan o practiquen, y que tienen conciencia de una historia común compartida. Este concepto es claramente distinto al de grupo étnico, (o etnia), utilizados frecuentemente en Antropología9 .

En la nota número dos veremos que esta población mapuche está formada por varios segmentos relativamente diferenciados que van desde aquellos núcleos más tradicionales que aún persisten en algunas localidades rurales hasta las personas mapuche desarraigadas y dispersas en ciudades y campos alejados de sus territorios ancestrales.

En todo caso, el problema en discusión, por ahora, no es cual concepto de población mapuche es más correcto si no cúal es el significado del concepto de población mapuche que utilicemos. Lo grave es trasladar, sin fundamentos, las características asociadas de un concepto a otro que remite a características diferentes. Confundir, por ejemplo, población mapuche con cultura mapuche.

El tamaño de la población mapuche actual

El problema respecto al número de personas que pueden ser consideradas como mapuche, radica, en primer lugar, en el concepto de mapuche que asumamos y en su operacionalización para obtener los datos correspondientes. Los significados asociados a los conceptos que utilicemos pasan a ser centrales para un conocimiento adecuado de la población mapuche actual. Por desgracia abundan las traspolaciones y las suposiciones a partir de indicadores de otros conceptos.

De acuerdo al Censo de Población, la población mapuche total en 1992 podría ser estimada en 1.281.651 personas incluyendo a los menores de 14 años. Su proyección para 1999 nos mostraría una población mapuche total, incluyendo los menores de 14 años, de 1.449.651 personas10 .

En mi opinión estas estimaciones basadas en los datos censales sobrestiman el tamaño de la población mapuche actual. Esto se debe a la forma de obtener los datos en el Censo de Población.

La sobrestimación se produciría por considerar como mapuche a todas las personas que declaran pertenecer a la cultura mapuche, en un contexto en que no pocas personas entienden esto como una identificación con el origen de sus antepasados. Las respuestas censales podrían dar cuenta, más bien, de un origen étnico, no siempre cercano, siendo discutible la significación de una identidad étnica así definida.

Si utilizamos el concepto alternativo de que son mapuche las personas que nacieron, vivieron o descienden directamente de la población radicada en reducciones y otras “comunidades”, la sobrestimación censal parece evidente.

En efecto, si consideramos que la población mapuche total en 1992 sería de 1.281.651 personas incluyendo a los menores de 14 años y que en 1965 no excedía las 400.000 personas, (como indican varias fuentes11), en 35 años la población mapuche se habría triplicado. Esto no parece aceptable ya que es razonable pensar que el crecimiento demográfico de la población mapuche no ha sido mucho mayor que el del conjunto de la población chilena.

La población total de Chile ha crecido un 81% entre el censo de 1960 y el de 1992. Resulta muy difícil aceptar que la población mapuche actual sea más del doble de la existente en 196512 .

En mi opinión la población mapuche actual es de unas 800.000 personas. ( y probablemente algo menos). En torno a esta población hay varios miles de personas que pueden, o no, según las circunstancias y los contextos, adoptar, o declarar, una identidad mapuche. Por otra parte, no todas las personas que estamos considerando como mapuche, sé autoidentificarán como tales. El significado de estas pertenencias y autoidentificaciones está por investigar.

La sobrestimación de la población mapuche es parte de una tendencia social, en su mayoría bien intencionada, que busca, casi con desesperación, la persistencia de supuestos elementos tradicionales de las culturas indígenas. El rechazo y la satanización del llamado “modernismo”, “positivismo”, la “cultura occidental judeocristiana” y en mucho menor medida del capitalismo, junto con el descubrimiento de la destrucción ecológica, han hecho florecer actitudes de protección y preservación así como renovadas ideologías románticas en que lo originario y la búsqueda, no claramente confesada, de un alma de los pueblos aparecen como una vía válida y necesaria para ser mejores seres humanos.

Estas tendencias encuentran hoy en día espacios más permisivos, en la medida en que no se contaminen con las clases sociales y el poder político, y se transforman en verdaderos temas de moda.

A pesar de sus buenas intenciones gran parte de estas tendencias son, a mi juicio, formas de escapísmo que eluden hacer una crítica teórica y práctica al sistema desde el presente: las culturas no se recuperan; se hacen históricamente.

2. LOCALIZACION: AREAS TRADICIONALES Y DE EMIGRACION

En la actualidad sólo una parte relativamente pequeña de la población mapuche vive en los territorios de sus últimas comunidades: un 16.6% del total nacional13.

En las ciudades de las Regiones VIIIª, IXª y Xª, cercanas a la localización geográfica tradicional de la población mapuche habitan otros 183.495 mapuche, (19.8% del total nacional).

En las tres Regiones mencionadas, que pueden considerarse genéricamente como territorios ancestrales, en 1992 vivían 337.676 mapuche de 14 y más años de edad, ( un 36.4% del total nacional).

La mayor parte de la población mapuche actual vive fuera de sus territorios tradicionales, (590.384 personas, un 63.6% del total nacional), principalmente en ciudades como Santiago, Concepción y Valparaíso, pero prácticamente en todas las ciudades del país.

Un 59.5 %, (551.802 personas), viven el sector urbano de las Regiones que no fueron territorio tradicional mapuche. Pero también existe una población mapuche rural dispersa en los campos que van desde la I a la XII región: 38.582 personas, (4.2%).

Hoy en día la población mapuche está formada principalmente por habitantes de las ciudades: un 79.2 %, ( 735.297 personas) es considerado población urbana. La mayor parte de esta población urbana mapuche está fuera de sus zonas tradicionales (un 75%), pero, incluso en las zonas tradicionales más de la mitad de la población mapuche vive en ciudades.

Puede considerarse que la mayoría de la actual población mapuche es emigrante o descendientes directos de emigrantes de las localidades en que fueron asentados hace unos cien años.

Resumiendo: los datos anteriores nos muestran cuatro segmentos de población mapuche: a) la población mapuche en áreas tradicionales; ( 154.181 personas); b) la población mapuche en ciudades cercanas a las áreas tradicionales, (183.495 personas); c) la población mapuche urbana fuera de las zonas tradicionales, (551.802 personas) y; d) la población mapuche rural no tradicional (emigrantes a otras zonas en el sector rural: 38.582 personas).

 

TABLA Nro. 1
Población urbana y rural de 14 años y más, declarada mapuche, en áreas de reducción y fuera de estas.
Areas* Pob. urbana y rural
Total Hombres Mujeres
Area reducciones 337.676 173.800 163.876
Resto del país 590.384 296.930 293.454
Total país 928.060 470.730 457.330
*El área de reducciones corresponde a las Regiones VIIIª, XIXª y Xª , regiones en las que se radicó a la población a fines del siglo pasado.
Fuente: Elaboración propia sobre la base del Censo de Población de 1992, en: Instituto de Estudios Indígenas; op. cit. 1998.

 

La población mapuche en áreas tradicionales.
(población mapuche rural de las regiones VIIIª, IXª y Xª)

La población mapuche rural, de 14 años y más, en las Regiones VIIIª, IXª y Xª sumaría un total de 154.181 personas.
Este sector de la actual población mapuche, más tradicional y heredera directo de la población asentada en reducciones y otras comunidades está formado por unas 26.500 unidades campesinas, que incluyen varios miles de asalariados rurales vinculados a los hogares campesinos14.

Este segmento de la población mapuche, que aún habita en los territorios en que fueron radicados hace unos 100 años, es un sector minoritario respecto a la población no mapuche rural en estas zonas.

En efecto, el total de la población rural, mapuche y no mapuche, de 14 años y más, en estas tres Regiones es de 749.200 personas. Menos de la cuarta parte (20,1%) de los habitantes rurales de las regiones ancestrales de la población mapuche son hoy en día mapuche y sólo en algunas comunas la población mapuche tiene un peso significativo15.

La población mapuche en las ciudades de sus regiones ancestrales
(población mapuche urbana en las Regiones VIII, IX y X)

En las ciudades de las tres regiones en que los mapuche fueron radicados viven unos 183.495 mapuche que representan un 14,9% de la población urbana de estas tres regiones. Sólo en algunas ciudades tiene un mayor peso relativo la población mapuche16 .

La mayoría de esta población mapuche urbana que vive en las Regiones VIII, IX y Xª, está vinculada estrechamente a las unidades campesinas. No obstante existe un sector que se ha desvinculado hace tiempo de las comunidades formadas en las reducciones ( Concepción, zona del carbón).

Los mapuche urbanos, en estas regiones son, mayoritariamente, empleadas domésticas, asalariados pobres, empleados del comercio y los servicios y estudiantes.

 

TABLA Nro. 2
Población de 14 años y más, declarada mapuche, en el sector urbano de las áreas de reducción y fuera de éstas.
Areas*
Total Hombres Mujeres
Area reducciones 183.495 89.874 93.521
Resto del país 551.802 273.658 278.144
Total país 735.297 363.632 371.665
*Definidas en igual forma que en Tabla Nro. 1
Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos del Censo de Población de 1992 en Instituto de Estudios Indígenas; op. cit. 1998.

 

La población mapuche en las ciudades alejadas de los territorios ancestrales

Seis de cada diez personas consideradas mapuche por el Censo de Población viven en ciudades fuera de las Regiones en que se localizaron sus últimas comunidades. En 1992 eran 551.802 personas de 14 años y más, que, en su inmensa mayoría, vivían en la Región Metropolitana, (400.265 personas)17 .

Esta población mapuche urbana está formada por emigrantes y por hijos y nietos de emigrantes de las reducciones. Se trata de una población que, aunque mantiene algunas relaciones con sus localidades de origen, (al igual que otros emigrantes rurales), se encuentra separada de éstas, y dispersa entre una mayoritaria población no mapuche.

Los mapuche en las ciudades, alejados de lo que fueron sus comunidades, trabajan como empleados y obreros, o como muy pequeños “cuenta propia”, y viven en los barrios más pobres cuando no lo hacen en la casa de los patrones.

Tenemos la impresión ( a falta de estudios al respecto) que la mayor parte de sus relaciones sociales son con no mapuche y que el mestizaje es creciente. Los lugares y actividades con un perfil mapuche son, en realidad, anecdóticos18 .

Excepto en algunos casos excepcionales y en situaciones muy poco frecuentes los mapuche de estas ciudades generalmente viven como sus vecinos y compañeros de trabajo. Sus rasgos culturales tradicionales apenas si son un recuerdo o un conjunto de símbolos.
Lo anterior no significa que se abandone subjetivamente una autoidentificación étnica como mapuche. Esta, en muchos casos, persiste y se redefine generando ciertas bases para movimientos mapuche urbanos.

Considerando lo anterior es necesario tener presente que este segmento de la población mapuche, en condiciones favorables, puede desarrollar actitudes y conductas tendientes a la adopción, (en verdad construcción social), de una identidad mapuche que de forma a sus intereses. Ello parece estar ocurriendo.

La población mapuche rural en zonas no mapuche

Se sabe muy poco sobre los mapuche que viven en el sector rural de regiones alejadas de sus territorios ancestrales. No son muchos y están dispersos.

El Censo de 1992 contabilizó 38.582 personas, (23.272 hombres y 15.310 mujeres), que vivían en el sector rural de las Regiones Iª a VIIª y XIª y XIIª.

Esta población mapuche es, casi con seguridad, pobre y desempeña los trabajos menos valorados.

En las Regiones extremas del país, (Iª, IIª. IIIª, XIª y XIIª), la población mapuche rural está formada principalmente por hombres sin mujeres mapuche encontrándose índices de masculinidad de 4.0, 7.5, 4.8, 2.3 y 5.4 respectivamente.

Podría ser que este segmento de los mapuche emigrados a sectores rurales lejos de sus regiones esté menos integrado a sus lugares de destino y que añore o espere regresar a sus tierras. Pero también es posible de que estén bien integrados y en franco proceso de mestizaje. No tenemos información al respecto.

 

TABLA Nro. 3
Población de 14 años y más declarada mapuche en el sector rural de áreas de reducción y fuera de éstas
Areas*
Total Hombres Mujeres
Area reducciones 154.181 83.826 70.355
Resto del país 38.582 23.272 15.310
Total país 192.763 107.098 85.665
*Idem Tablas 1 y 2
Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos del Censo de Población de 1992 en Instituto de Estudios Indígenas; op. cit. 1998.

 

4. INSERCION ECONOMICA Y SOCIAL

La población mapuche trabaja y se gana la vida en el mismo sistema económico en que lo hacen todos los chilenos. Sus actividades económicas, en este sistema, definen la inserción que tienen los mapuche en la estructura de las clases y en los sistemas de estratificación social de la sociedad chilena actual.

La inserción económica y social de la población mapuche puede ser visualizada a través del tipo de actividad económica que realizan las personas, económicamente activas, de 15 años y más. Estos tipos de actividad económica permiten identificar las clases sociales y los sectores de clase a que pertenece la población mapuche por su inserción económica.

El Censo de Población de 1992 nos muestra que la mayor parte de los hombres, declarados mapuche, de 15 años y más está ocupado en la industria manufacturera, (un 19.2%), en la agricultura, (15.9%) y en el comercio y reparaciones (15.7%). La mayor parte de las mujeres mapuche trabajaba en los servicios domésticos, (27.7%), el comercio, (16.2%) y la industria manufacturera, (14.9%). Una proporción significativa de las mujeres mapuche, (10.7%), trabaja en la enseñanza19 .

Si analizamos los datos censales en términos de categorías económicas encontraremos que la mayor parte de los hombres mapuche ocupados trabajan como asalariados, (43.1%), como empleados en servicios públicos y privados y en el comercio, ( 24.9%) y por cuenta propia en talleres y pequeño comercio (13.9%). Sólo un 11.3% de la población mapuche masculina de 15 y más años está ocupada como campesinos20.

 

TABLA Nro. 4
Población mapuche de 15 años y más, económicamente activa por categoría socioeconómica (*).
CATEGORIAS (*) TOTAL HOMBRES MUJERES
1. Asalariados 155.571 136.380 19.191
1.1 Obreros fabriles 67.076 53.060 14.016
1.2 Asalariados agrícolas 32.893 30.673 2.220
1.3 Obreros de construcción 27.616 26.972 644
1.4 Obreros de transporte 18.582 16.751 1.831
1.5 Asalariados en la minería 6.688 6.406 282
1.6 asalariados en la pesca 2.716 2.518 198
2 Empleados 164.863 82.632 82.231
2.1Emp.Servic. Públic.y Priv. 80.244 46.357 33.887
2.2 Empleados domésticos 37.712 3.983 33.729
2.3 Empleados de comercio 46.907 32.292 14.615
3. Cuenta propia 117.435 97.369 20.066
3.1 Campesinos 36.721 35.730 991
3.2 Pescadores artesanales 2.484 2.418 66
3.3 Talleres productivos 26.426 22.083 4.343
3.4 Pequeño comercio 32.201 22.766 9.435
3.5 Oficios y serv. Varios 19.603 14.372 5.231
Total 437.869 316.381 121.488
FUENTE: Elaboración propia sobre la base de datos del Censo de Población de 1992 tabulados por el Instituto de Estudios Indígenas, 1998; op.cit.
(*) Las “categorías socioeconómicas” corresponden a un cruce entre categoría de ocupación y rama de actividad económica, (conceptos censales), que permite identificar en forma más adecuada la inserción socioeconómica de la población21 .

 

Más de la mitad de las mujeres mapuche están ocupadas como empleadas, (67.7 %). Buena parte de las restantes trabajan como obreros fabriles y por cuenta propia en talleres y pequeño comercio. Un 27.8 % de las mujeres mapuche están ocupadas como empleadas domésticas.

Un número importante de mujeres, no considerada población económicamente activa por los censos, trabaja efectivamente como campesino, (unas 30.000 personas).

Parece razonable pensar que no más de un 12 % de la población mapuche se gana la vida como campesinos por cuenta propia. El resto se ha desvinculado del trabajo en lo que fueron sus últimas comunidades.
Un 73.2 % de la población mapuche económicamente activa se ha proletarizado y trabaja como asalariados y como empleados.

Si tenemos presente que el vivir como campesinos en las reducciones ya fue una imposición del Estado nacional chileno y un verdadero proceso de aculturación de los mapuche, el hecho de emigrar de esas tierras, de abandonar las formas semicomunales recreadas en las reducciones22 y de tener que trabajar como asalariados y empleados es significativamente destructivo de la cultura mapuche.

5. RESEÑA HISTORICA

Es imposible desarrollar adecuadamente un análisis de la historia de la población mapuche en el contexto de este artículo. No obstante me parece necesario reseñar los principales procesos históricos que conducen a la situación actual de la población mapuche23.

El imperativo de tal reseña histórica obedece a la necesidad de corregir concepciones que imaginan una única cultura mapuche casi estática a través de la historia y a una población mapuche con la misma identidad a través de los siglos.

Intenta responder, también, a la necesidad de evitar el simplismo de considerar que es el progreso y la aculturación, (como una suerte de destino o procesos inexplicables propios de un maniqueísmo ahistórico), los que transforman a la población mapuche, o, especialmente las relaciones interétnicas. Simplismo que evita, (¡casualmente!), ver las clases sociales, el poder político, las ideologías. Para algunos la historia de las poblaciones indígenas parece ser sólo persistencia y continuidad; recuerdos en una memoria étnicamente definida en que se exagera la “historia oral”, la historia desde los sujetos y se descuida en demasía los procesos históricos más inclusivos24 .

Por último, esta muy breve reseña histórica pretende dejar planteado el problema político de quien paga la deuda histórica. Estoy convencido de que tal deuda no es, como algunos quisieran, una deuda histórica de toda una etnia con relación a otra25 .

He seleccionado cinco grandes procesos históricos, en la perspectiva de lo que ocurre con los mapuche, para hacer esta reseña que intenta mostrar como se llegó a la actual situación de la población mapuche. Estos cinco procesos son: a) La resistencia mapuche y el etnocidio, mestizaje e integración de los picunche durante la colonia; b) La araucanización de las pampas; c) La reducción de la población mapuche; d) La campesinización forzosa de los mapuche, y, d) La proletarización y empobrecimiento de la población mapuche.

Resistencia e integración colonial

Cuando los españoles llegan a los territorios que hoy son Chile encuentran una cultura mapuche que se ha formado durante siglos26.

Una parte de esta cultura mapuche, la correspondiente a la población denominada picunche, es destruida después de que esta es derrotada por los españoles. El resto, la mayor parte de la población mapuche, resiste entre el río Bio-Bio y el Golfo de Reloncaví.

En los más de doscientos años que dura el sistema colonial español, la emergente sociedad colonial, constituida al norte del Bío-Bío, liquida físicamente a una parte de la población picunche e integra al resto través de su aculturación y mestizaje27.

Esta parte de la cultura mapuche, (la cultura picunche), es destruida entre el siglo XVI y principios del siglo XIX y su población sobreviviente se transforma en una de las bases formativas de la sociedad chilena. El mapuche del norte desaparece. Las personas de estas etnias no sólo mueren si no que se hacen chilenos.

Al norte del Bío-Bío el mapuche desaparece de la memoria colectiva y se transforma en el pueblo de una nueva sociedad emergente. El mismo pueblo que, con sus componentes mapuche aculturados y mestizos enfrentará, a fines del siglo XIX, a los mapuche del sur en la pacificación de la Araucanía. Serán los rotos chilenos, mestizos de mapuche y mapuche aculturados, los mismos que desarrollan su identidad chilena luchando contra los peruanos y bolivianos en el norte, los que ejercerán su identidad chilena combatiendo a los mapuche en el sur. (Esta es muy probablemente una de las razones que explica porque los chilenos no se consideran indígenas).

Los mapuche que no desaparecen son aquellos que los españoles no pueden derrotar. Son los mapuche con los que los españoles negocian y comercian. Esta población mapuche no puede ser considerada sólo en términos de guerra contra los españoles ni menos como un repliegue territorial de una cultura mapuche que no se transforma. En las confrontaciones armadas y en las prolongadas y complejas relaciones de frontera la cultura mapuche experimenta cambios de gran importancia28 .

Los antepasados directos de la actual población mapuche son estos mapuche del sur del Bío-Bío; esta población que resiste y que no es víctima de un etnocidio a manos de los españoles y que si lo será de un etnocidio realizado por chilenos unos siglos después29.

Paradójicamente, las protestas contra el etnocidio de los mapuche se dirigen casi exclusivamente contra los españoles y no contra los chilenos que efectivamente lo realizaron.

La paradoja resulta muy conveniente para algunos: los supuestos responsables -los españoles- fueron expulsados y ello ocurrió hace ya mucho tiempo. Para bien y para mal la verdad histórica es más comprometedora. El etnocidio es reciente y los responsables están vivos y vigentes en términos históricos.

El sistema colonial español transformó significativamente a la cultura mapuche. Destruyó una parte de ella y potenció a la otra que se transformaría y expandiría hasta ser derrotada por los estados nacionales de Argentina y Chile a fines del siglo XIX.

Araucanización de las pampas

Durante el periodo colonial la cultura mapuche experimenta grandes transformaciones. Las guerras de resistencia, los pactos, el comercio y las relaciones de frontera van acompañados de importantes procesos de apropiación e innovación cultural30.
Con la denominación de araucanización de las pampas estamos haciendo referencia al complejo y extenso proceso de transformaciones de la cultura mapuche ocurridos entre los siglos XVII y XIX.

La población mapuche no sólo se apropia del caballo, que han traído los españoles, sino que se encuentra con una extraordinaria cantidad de caballares y vacunos en la pampa, al otro lado de la Cordillera de Los Andes31.

En efecto, los esfuerzos de colonización española en la cuenca del río de La Plata generan una enorme masa de ganado cerril, (vacunos y caballares libres que se reproducen en las excelentes condiciones de la pampa húmeda).

Las miles de cabezas de ganado cerril son objeto de verdaderas expediciones de caza y captura con el doble propósito del consumo y el intercambio con los españoles. Se ha generado la oportunidad de excedentes y riquezas inesperados y los mapuche aprovechan esta oportunidad.
Las expediciones de los mapuche al otro lado de Los Andes dejan de ser esporádicas y se transforman en una actividad prioritaria y permanente aún cuando asuma formas estacionales o periódicas. Dotados de caballo, los mapuche establecen su control en el inmenso territorio comprendido entre Río Negro por el sur y la línea imaginaria que uniría Buenos Aires, Córdoba y Mendoza por el norte32 .

Esta araucanización de las pampas descansa tanto en los malones y el ejercicio de la fuerza como en las alianzas y asociaciones con las poblaciones pampeanas. Se produce un significativo mestizaje, se generaliza el mapudungún y se difunde una cultura mapuche redefinida no sólo en términos de la situación por la que atraviesa sino que también por los aportes de las culturas pampeanas.

Muy pronto las expediciones de caza y captura de ganado cerril se transforman en disputa armada por ese ganado y luego en expediciones militares que buscan la obtención de un botín formado por animales, cautivos y otros bienes de interés de los mapuche.

El fruto de estos malones sistemáticos en las pampas es destinado parcialmente a los asentamientos mapuche establecidos en algunos lugares de las pampas y, principalmente, es trasladado al otro lado de Los Andes33 .

Las malocas proporcionan productos que pueden ser intercambiados por mercancías traídas por los europeos. Este intercambio, que incluye cautivos, chantaje y compra de paz o de aliados, proporciona nuevos elementos culturales y, también, riqueza34 .

La cultura mapuche, con la araucanización de las pampas se hace excedentaria. Al mismo tiempo descansa significativamente en bandas de guerreros a caballo al mando de un jefe y en asociaciones tribales extensas. Poco a poco se estructura una estratificación social, aparecen jefaturas hereditarias y relaciones semiseñoriales.

En este periodo la cultura mapuche, con asentamientos en lo que hoy es Chile y lo que hoy es Argentina, practica la guerra para obtener botín y realiza una ganadería sui generis, (basada en la maloca) y una agricultura en pequeña escala en el contexto de abundantes y significativas relaciones interculturales.

Estas transformaciones son poco conocidas y existe una marcada tendencia a pensar en la “cultura mapuche”, sin apellidos que precisen su temporalidad histórica, remitiéndose a la cultura mapuche a la llegada de los españoles o a una especie de tipo ideal de la cultura mapuche. Se busca, hasta en los mapuche de hoy, las persistencias o elementos de esa “cultura originaria” olvidando las transformaciones históricas de las culturas.

La actual población mapuche es descendiente muy cercana de los mapuche derrotados hace poco más de 100 años. Los derrotados y radicados no fueron Caupolicán y los otros héroes mapuche del siglo XVI. Los mapuche de hoy descienden más directamente de Calfucurá que de Lautaro35.

Reducción de la población mapuche

Como parte de la formación de los estados nacionales de Argentina y Chile la población mapuche es atacada militarmente y derrotada. Su pacificación y derrota significa un acelerado, y no por ello poco duradero, etnocidio que puede llamarse eufemísticamente “reducción” de la población mapuche.

Efectivamente, la población mapuche se reduce: miles mueren; su territorio y sus tierras se reducen. Su sociedad y su cultura son reducidas. Se transforma por la fuerza a los mapuche en ciudadanos chilenos, en indígenas que pueden vivir en tierras entregadas como merced y no casualmente llamadas reducciones.

El proceso histórico de reducción de la población mapuche consiste en la conquista de tierras para una sociedad dominante políticamente definida y en la integración forzada de esta población a la sociedad dominante.

Los estados nacionales de Argentina y Chile, emergentes de los procesos de independencia, hacia la mitad del siglo XIX se consideran herederos, independientes y soberanos, de sociedades coloniales territorialmente establecidas y reclaman, en ejercicio de su soberanía, (pretensiones territoriales), los territorios ocupados por los mapuche.

Los supuestos “derechos territoriales” de las emergentes sociedades de Argentina y Chile son, en realidad, pretensiones expansionistas sobre territorios y poblaciones que no fueron plenamente conquistados por España.

Para los mapuche, el proceso de reducción constituye una apropiación por la fuerza de sus territorios y su sometimiento forzado a los vencedores. Los chilenos que los invaden son, sin lugar a dudas conquistadores (huincas).

La reducción es, en verdad, una segunda y completa conquista de un territorio y el sometimiento de una población libre y soberana. ¡Y ello ocurrió hace poco más de 100 años!36 .
El proceso histórico de reducción de la población mapuche implicó:

a) La derrota militar de la población mapuche. La población mapuche en las pampas argentinas (araucanos, chilenos etc.) fue derrotada, definitivamente, por Roca en la campaña del desierto, (1873-1885), y por Cornelio Saavedra, entre 1881 y 1883, en la pacificación de la araucanía, en Chile. Los mapuche fueron desarmados (desorganizados y desposeídos de sus caballos); muchos fueron muertos y la mayoría confinada en áreas espaciales controladas. Los ejércitos controlaron estratégicamente los territorios ocupados y rodearon a los indígenas de una población no mapuche lo suficientemente armada como para contenerlos37.

b) La apropiación política del territorio ocupado por los mapuche. Con la derrota militar de los mapuche y la ocupación de sus territorios, el Estado de Chile “recupera” unos 5 millones de hectáreas, (en Argentina la superficie es mucho mayor). Ello significa la obtención de una enorme cantidad de tierras por el Estado. Las tierras fiscales obtenidas históricamente de esta manera son sólo teóricamente de todos los ciudadanos. En los hechos estas serían sólo transitoriamente fiscales transformándose muy pronto en extensos latifundios privados para chilenos directamente vinculados al Estado y para colonos extranjeros38.

c) El ejercicio del poder político del estado, como soberanía sobre la población mapuche derrotada. Los mapuche son transformados por la fuerza de miembros de grupos étnicos con control cultural sobre su cultura en ciudadanos sometidos al poder político del estado. Las Constituciones y las Leyes de Argentina y de Chile formarán el marco jurídico legal para estos nuevos ciudadanos. Se somete a una población autónoma a las normas e instituciones de una sociedad dominante conquistadora. Entre muchos otros sistemas normativos el derecho consuetudinario es reemplazado por una legalidad ajena, externa y en la que nunca participaron los mapuche39.

d) La instalación de familias mapuche en tierras delimitadas otorgadas como merced (radicación en reducciones) o transitoriamente toleradas.

e) El traspaso de tierras a particulares. Los estados de Argentina y Chile actuaron, en este caso, como agentes e instrumentos de personas e intereses tendientes a la formación de una gran propiedad rural de carácter privado. El Estado muy pronto transfirió, vía asignación, venta o subasta, estas tierras, arrebatadas a los mapuche, a colonos que establecieron grandes latifundios. Desde este punto de vista el proceso de reducción de los mapuche debe ser visto, históricamente, como un proceso de apropiación de tierras de los conquistados por los terratenientes40.

La población mapuche, derrotada y sometida, es integrada a la sociedad chilena y argentina como ciudadanos especiales; así, los mapuche son tratados como menores de edad, en varios aspectos, pretendiendo, de este modo, su paulatina y adecuada adaptación a las sociedades a las cuales son incorporados por la fuerza.

El proceso de reducción de la población mapuche es históricamente la desintegración de la sociedad mapuche y la destrucción de las bases fundamentales de su cultura. En este contexto se produce una acelerada y progresiva aculturación económica, social e ideológica41 .
La población mapuche, derrotada y sometida, no deja de resistir. En sus reducciones y comunidades los mapuche responden con una transitoria subcultura étnica de resistencia. La reducción de la población mapuche en Chile puede considerarse como la transformación de una cultura en una subcultura dominada y subordinada42.

Es así, reducidos y en resistencia, que los mapuche entran a la historia del siglo XX. Pasan a ser parte de una historia que nos trae vertiginosamente hasta el presente: es la historia continuada de la proletarización y pauperización de los campesinos mapuche.

Campesinización forzosa

Los mapuche, radicados en las reducciones, se vieron obligados a hacerse campesinos para sobrevivir.
Entre los años 1884 y 1929 se otorgan 3.078 Títulos de Merced y se forman 3.078 reducciones43.

Al interior de estas reducciones, y en otras comunidades sin título, la población mapuche organiza su economía sobre la base del trabajo de los miembros de cada hogar en una pequeña agricultura combinada con ganadería en pequeña escala. Los ingresos prediales que se obtengan se complementarán con trabajo artesanal para el auto consumo y con recolección. Se forman, de esta manera, unas 13.000 unidades económicas campesinas con una superficie promedio de 36.6 hectáreas por unidad44.

En las reducciones, los hogares mapuche poseen de hecho una parcela y acceso a tierras comunales de pastoreo. No se genera una actividad económica colectiva y cada familia nuclear, (al igual que los campesinos no mapuche), trabaja por cuenta propia sus tierras manteniendo relaciones de cooperación y reciprocidad con sus vecinos. Expresión de esta identidad individual de los campesinos mapuche es la proliferación de cercos y los progresivos conflictos de deslindes y de herencia y sucesión45.

La agricultura mapuche se dedica principalmente a la producción de trigo, avena, papas y de hortalizas en pequeños huertos. Pocos tienen una yunta de bueyes y sólo algunos tienen otros vacunos y caballares. En algunos sitios crían cabras (zonas cordilleranas) u ovejas. Estas actividades son complementadas con algunas aves y cerdos para el consumo, con la recolección y la pequeña producción artesanal.46

La economía campesina mapuche no es autárquica ni se orienta exclusivamente al auto consumo, sino que participa de manera creciente en los mercados. Para satisfacer su consumo de subsistencia, los hogares campesinos mapuche deben vender lo que pueden producir y con estos ingresos compran en mercados.

En unos 30 a 40 años la población mapuche se trasformó en una población de campesinos asentados en reducciones y comunidades sin título.

Proletarización y empobrecimiento47

La población mapuche, en las reducciones no pudo transformarse en una población campesina próspera. Como tampoco pudieron hacerlo la mayor parte de los campesinos tradicionales no mapuche.

El “fracaso” de los mapuche para trasformarse en campesinos prósperos no se debe, en términos exclusivos o principales, a las relaciones interétnicas. Su proletarización y pauperización corresponden, en realidad, a procesos históricos más generales que tienen que ver con el conjunto de los campesinos.

El abuso, la discriminación y, en general, la asimetría de los mapuche en las relaciones interétnicas acentúan y refuerzan los procesos de proletarización y pauperización de la población mapuche. La crisis de sus unidades campesinas no se produce, principalmente, por ser mapuche sino por ser campesinos en el contexto regional y nacional de la sociedad chilena de los primeros sesenta años del siglo XX.

La proletarización y el empobrecimiento de la población mapuche radicada en las reducciones se debe, principalmente, a un conjunto de procesos que reseñaremos a continuación.

La población mapuche se vio forzada a transformarse en campesinos accediendo a pocas tierras. En verdad el mismo inicio de los mapuche como campesinos estuvo marcado no sólo por la imposición de una actividad nueva si no que además por formas ajenas y precarias de tenencia de tierras escasas y por la extrema carencia de recursos propios para asumir esta actividad48.
A pesar de todos estos obstáculos la población mapuche logró sobrevivir y reproducirse en términos de un sostenido crecimiento demográfico.

El crecimiento demográfico, en una situación de tierras escasas y limitadas, fue históricamente acompañado de un significativo proceso de usurpación de tierras mapuche. Las consecuencias de estas tendencias son obvias: menos tierras para más personas, atomización de la posesión de tierras y deterioro de los recursos naturales49.

Muy pronto los campesinos mapuche se transformaron en minifundistas subordinados y dependientes en forma creciente de un mercado en el que pierden los exiguos excedentes que producen.50

La gran mayoría de los hogares campesinos en las reducciones no logra obtener y disponer de excedentes adecuados para mejorar su situación (economías de subsistencia), y enfrenta, de hecho, su empobrecimiento.

Los jóvenes mapuche hijos de campesinos radicados en las reducciones comienzan a emigrar a las ciudades y a trabajar para otros en el campo.

Pero no sólo se trata de la emigración y proletarización de un “sobrante” de población, (con relación a los recursos naturales disponibles), sino que muy pronto los ingresos campesinos se hacen insuficientes para mantener a los hogares campesinos aún cuando se vaya un supernumerario correspondiente al crecimiento demográfico. A esta situación se suman múltiples factores de atracción que incitan a abandonar la vida campesina.

La inmensa mayoría de los mapuche que salen de sus hogares campesinos se hacen trabajadores pobres, se proletarizan y empobrecen. Y en forma creciente también ocurre lo mismo con los que se quedan.

Hacia finales de la década de 1960, la resistencia mapuche no es sólo subcultural si no que concurre a la formación y acciones de un importante movimiento obrero y popular con perfiles políticos claramente definidos. La población mapuche se hace parte del movimiento campesino y los procesos de reforma agraria. A fines de los sesenta y durante el Gobierno de la UP emprende grandes movilizaciones para recuperar tierras, las llamadas corridas de cercos51.

El Golpe Militar desencadena una represión de la que no escapa la población mapuche. Por el contrario muchos mapuche, juntos con todos aquellos que lucharon por una profunda reforma agraria son especialmente reprimidos52. Numerosos mapuche se desorganizan, dividen, anulan y ganan para las posiciones de quienes tienen el poder.

El modelo neoliberal impuesto por la fuerza por el Gobierno Militar tendrá consecuencias para la población mapuche y reforzará las tendencias a la proletarización y el empobrecimiento de la mayor parte de los mapuche de las reducciones.

Argumentando un supuesto propósito de corregir discriminaciones e integrar efectivamente a los mapuche a la sociedad chilena y su proceso de modernización, el Gobierno Militar decreta el fin de las reducciones y la posibilidad de que los mapuche vendan sus tierras. Se busca que persista un sector de campesinos viables, que compita libremente con los otros campesinos y empresarios, y que los inviables sean objeto de políticas asistenciales a la espera de su inserción en un mercado del trabajo en el que debieran superar la pobreza junto con el éxito de los empresarios53 .

En los hechos, durante el Gobierno Militar; disminuye el número de campesinos mapuche y la población ligada a estas economías continua proletarizandose, emigrando y empobreciéndose. Con el neoliberalismo, de una y otras forma, se incrementa la pérdida de tierras de los mapuche. Una parte de estas tierras perdidas va a dar a manos de las empresas forestales54.

Los Gobiernos de la Concertación no reemplazan sino que, por el contrario, apoyan y refuerzan el modelo neoliberal impuesto por el Gobierno Militar.

Los cambios en la institucionalidad indígena, (Ley Nro.19.253 del 5 de octubre de 1993 y el funcionamiento de la CONADI), más que modificar la situación de los mapuche genera formas de cooptación de sus movimientos y expresiones sociales y abre espacios para el ejercicio de una “etnicidad” separada de los problemas estructurales asociados a la posición de clase de la población mapuche.

Las políticas públicas de la Concertación, en los hechos, difieren muy poco de aquellas iniciadas por el Gobierno Militar y persisten en la concepción de un sector de campesinos viables, a los que se intenta apoyar para desarrollar su competitividad y un sector no viable al que se trata de educar y capacitar para que compitan en mejores condiciones en los mercados del trabajo. Se espera que el crecimiento económico y el éxito de los empresarios se traducirá en empleos y remuneraciones que aseguren superar la pobreza. Mientras ello no sucede se implementan políticas asistenciales55.

En realidad las políticas públicas de la Concertación no han frenado ni menos revertido las tendencias a la proletarización y el empobrecimiento de la población mapuche.

Las consideraciones de diversa índole sobre la etnicidad en las políticas públicas, cuando no quedan en declaraciones, se prestan a graves errores.

Las movilizaciones más recientes de los mapuche deben ser vistas no sólo como expresión de resistencia y reivindicaciones étnicas -lo cual obviamente también son- si no que, además, como manifestación, protesta y demanda de un sector de los campesinos, de los trabajadores y de los estudiantes de la sociedad chilena actual.

6.¿CULTURA MAPUCHE?

La inmensa mayoría de la población mapuche actual habita en los mismos lugares que los chilenos pobres. Sus hogares, su vestuario, la alimentación y toda su vida cotidiana no tienen diferencias con la de sus vecinos.

Junto con lo anterior, los mapuche de hoy se ganan la vida realizando los mismos trabajos que los chilenos con quienes comparten la misma inserción socioeconómica. En numerosos casos, mapuche y chilenos son compañeros de trabajo indiferenciados en este ámbito.

Sólo en algunas localidades rurales persisten algunas formas tradicionales de la vida cotidiana mapuche. Y estas tradiciones no son las de la cultura mapuche anterior a las reducciones si no aquellas desarrolladas en el contexto de una subcultura de resistencia.

La mayor parte de los mapuche de hoy no hablan mapudungun y las esporádicas prácticas de chamanismo y nguillatunes han perdido sus contenidos tradicionales para transformarse en nuevas prácticas funcionales a las actuales relaciones interétnicas.

Por si lo anterior fuera poco agreguemos que algunos indicadores respecto a religión declarada muestran, también, una significativa pérdida de la cultura tradicional.

 

TABLA Nro. 5
Religión declarada por la población mapuche en las Regiones Metropolitana y de la Araucanía
Religión declarada Región Metropolitana Región Araucanía
Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total
Católica 143.614 154.100 297.714 51.349 48.126 99.475
Evangélica 27.028 32.007 59.035 16.454 18,309 34.763
Protestante 2.109 1.998 4.107 536 475 1.011
Indiferente o ateo 20.226 11.383 31.609 3.971 2.381 6.352
Otra religión 7.886 8.728 16.614 1.025 1.143 2.168
Total 200.863 208.216 409.079 73.335 70.434 143.769
Fuente: Tabulaciones Especiales Censo de 1992. Instituto de Estudios Indígenas de la U. de la Frontera; op.cit. 1998.

 

No sólo la inmensa mayoría de los mapuche se declara católico (72.8%) y Evangélico (14.4) en la Región Metropolitana si no que también ocurre en la Araucanía, (69,2% de católicos y 24.2% de evangélicos), que es la zona más “tradicional”.
¿Puede afirmarse que existe una cultura mapuche hoy en día?.

Quienes reducen el concepto de cultura a sus expresiones subjetivas en términos de autoidentificación étnica y construcción de alteridades intersubjetivas pueden considerar, (y así lo hacen), que existe una cultura mapuche en la actualidad. Aquellos que creen, (al fin de cuentas creer es un asunto de fe), que perdura el alma o espíritu de una cultura están convencidos que esta cultura mapuche se manifestará mágicamente, apenas tenga la oportunidad de hacerlo o en términos por supuesto incomprensibles para quienes no son mapuche, mientras queden personas que se consideren a si mismas o que sean consideradas por otros como mapuche.

Desde mi punto de vista, y con independencia de si ello me guste o no me guste, considero que en nuestros días no existe una cultura mapuche más allá de los intentos de reconstrucción teórica de lo que fueron las culturas mapuche en el pasado56

En el Chile de hoy, no existen sociedades ni grupos étnicos mapuche que ejerzan control cultural sobre los elementos culturales de una cultura propia.

Unos pocos individuos, relativamente aislados y significativamente aculturados pueden estar en condiciones -con suerte- de recordar pedazos de su cultura tradicional pero no de reproducirla.

Todo lo anterior no significa que pensemos que ya no existen mapuche. Muy por el contrario existe una numerosa y significativa población mapuche. Esta es una minoría étnica en la sociedad chilena y forma parte de sus asalariados, sus empleados y campesinos pobres.

Estamos en presencia de una población étnica, los mapuche, y no de una cultura.

La población mapuche actual forma parte de la cultura y la sociedad chilena y de los círculos y áreas culturales a la que estas pertenecen; (Europa y Latinoamérica en el contexto de una cultura global).

La población mapuche pudiera, (tarea extraordinaria), hacer una nueva cultura mapuche pero no puede recuperar una cultura tradicional del pasado. Revalorizar una cultura, y sobre todo una historia, no es intentar regresar al pasado.

Por otra parte, la mantención, o recuperación, de la cultura mapuche tradicional no constituye, en mi opinión, el interés exclusivo o principal de los mapuche de hoy.

La cultura mapuche tradicional, por llamarla de alguna manera, puede ser el eje de un discurso y un sistema de símbolos que refuerza y da forma a la identidad étnica. Puede ser útil y reportar beneficios pero hay que evitar los riesgos de intentar -muy probablemente sin éxito- constituir una suerte de “museo viviente”.

No hay que confundir las relaciones e intereses de la población mapuche respecto a su cultura tradicional con los intereses, legítimos por cierto, de los especialistas que trabajan por reconstruir teóricamente esta cultura.

Ni tampoco con el interés por la cultura mapuche tradicional de los hoy numerosos románticos, declarados o latentes, que construyen fantasías e ilusiones respecto a una diversidad que los saque de un mundo que rechazan.

No hay que confundir el interés de los mapuche respecto a su cultura tradicional con el interés de los fabricantes y comerciantes de lo exótico; ni con el interés, ( y los intereses), de quienes buscan un capital cultural en estos términos y no en otros que, por supuesto ya no serían “capital” si no que aporte histórico de un pueblo.

Las concepciones de un biculturalismo en que la supuesta cultura mapuche actual se transforma en una caricatura grotesca de lo que fue esta cultura en el pasado son discriminatorias respecto a la población mapuche de hoy.
Sustentar y sostener ese biculturalismo es intentar constreñir a un pueblo a los límites de una cultura que ha sido históricamente dejada atrás.

La diversidad cultural no consiste en la conservación de una cultura ( esto es para los archivos, museos y negocios) sino en la transformación y constante renovación histórica de las culturas. Los culturalismos conservacionistas son ideologías que conducen a numerosos callejones sin salida.

Es en la historia donde se puede, si es que se puede, compatibilizar diversidad con equidad.

La etnicidad no se desarrolla intentando sin éxito recuperar las tradiciones si no que redefiniendo los sistemas culturales. Aún a riesgo de nuevas etnogénesis.

No se puede dejar a los mapuche al margen, (afuera), de los logros de las ciencias, las técnicas y el arte; no se los puede aislar de los infinitos aportes de la diversidad cultural.

Es necesario evitar aquellas acciones que con el pretexto de preservar la diversidad cultural pretenden condenar a las poblaciones indígenas a hacer caricaturas con pedazos de una cultura del pasado.

Hay que desconfiar de quienes sobrevaloran esa supuesta cultura mapuche tradicional revivida como un intento alternativo y postmodernista a los satanizados elementos de la “cultura occidental”, judeo cristiana, positivista, modernista etc.

Si es que una nueva cultura mapuche es posible, ésta debe ser históricamente construida en un mundo como éste: globalizado, con clases sociales y lucha política, con ciencias e ideologías; no en museos y áreas protegidas.

Las consecuencias prácticas de las concepciones erróneas sobre la población mapuche son graves. Estas concepciones erróneas contribuyen a aislar a los mapuche de los otros movimientos sociales, de la política y las ideologías. Contribuye a encerrar a los mapuche en lo local o lo interétnico.

Las concepciones erróneas sobre los mapuche de hoy, tienen entre sus consecuencias el confundirlos y enredarlos; el dificultar su apropiación de la ciencia y los cambios histórico culturales.

Estas concepciones llevan agua a los molinos de la irracionalidad de las relaciones interétnicas. Los horrores de esta irracionalidad son más que visibles en el mundo contemporáneo.

Si entendemos cabalmente que la población mapuche actual, con su identidad étnica, es parte de una misma sociedad y de la cultura que compartimos, encontraremos más fácilmente las formas de construir un nosotros, un sujeto histórico con el que, juntos, hombro con hombro, transformemos la sociedad y construyamos nuestra propia historia.

NOTAS

1Ver, por ejemplo, Monares R. Andrés: “Modernidad y crisis ambiental” en Revista Austral de Ciencias Sociales Número 3. Universidad Austral de Chile; Valdivia, enero-agosto de 1999.

2INE: “Resultados generales del Censo de Población y Vivienda de 1992”; página 21.

3Se podría llegar a esta estimación a partir de que el Censo de Población de 1992 contabilizó 928.060 personas de 14 años y más que se declararon mapuche. Los menores de 14 años podrían haber sido 353.591, (un 38.1% de la población de 14 y más años, al igual que la población total censada), con lo que la población total, de todas las edades, considerada censalmente como mapuche habría sido en 1992 de 1.281.651 personas. Si suponemos un crecimiento demográfico anual para la población mapuche semejante al de la población total de Chile, (la tasa de crecimiento anual intercensal 1982-1992 fue de 1.64%), esta población mapuche de 1992 se habría incrementado en unas 168.000 personas en los últimos ocho años.

4Los resultados del Censo Nacional de 1992, indican que en Chile, 928.061 personas de 14 años y más, pertenecen a la cultura mapuche.” Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad de La Frontera; “Población mapuche: Tabulaciones Especiales” Paj.7. Temuco, Chile, 1998.

5Ver INE: “Resultados Generales del Censo de Población y Vivienda de 1992”; Cuadro Nro. 26 y 27.

6Destaco el actualmente, porque es una definición operacional que deberá modificarse con los indicadores más adecuados para una población étnica en transformación.

7El énfasis está puesto en identificar una población étnica, no una supuesta cultura. Las reducciones, y otras comunidades del mismo tipo fueron el destino directo de una población indiscutiblemente mapuche con anterioridad a la “pacificación de la Araucanía” a fines del siglo XIX. En este sentido se orienta también la “Ley Indígena”, ( Ley Nro. 19.253), en sus artículos 2 y 12.

8La mayor parte de las personas que actualmente viven en localidades que fueron reducciones o comunidades análogas, ya no habla en mapudungún o lo comprende muy poco. Tampoco habitan, se visten y alimentan de la manera tradicional. En todos los ámbitos la mayor parte de sus tradiciones se han perdido o redefinido.

9Ver, por ejemplo, la reseña que hace Bonfil Batalla, (“La Teoría del Control Cultural en el Estudio de los Procesos Etnicos), haciendo referencia a Barth, Van Den Berghe, Cardoso de Oliveira y otros.

10 Ver estimación en la nota al pie de página nro.3.

11Ver Saavedra, Alejandro: “La Cuestión Mapuche”; pp. 28-30. ICIRA; Santiago de Chile, 1971.

12INE, op.cit. Población total censada en varios años, en pagina 16.

13En 1992 un total de 154.181 personas, de 14 años y más, vivían el sector rural de las Regiones VIII, IX y X lo que representaba un 16.6% del total de la población mapuche a nivel nacional. Estas cifras y las que se mencionan a continuación provienen del Instituto de Estudios Indígenas: “Población mapuche; tabulaciones especiales del XVI Censo Nacional de Población de 1992”. Universidad de la Frontera. Temuco, Chile, 1998.

14Estimación considerando a los “trabajadores por cuenta propia” y los “patrones y empleadores”, declarados mapuche, que trabajan en la “agricultura”. Datos del Censo de Población de 1992 en Instituto de Estudios Indígenas; op. cit, 1998.

15Sólo en las comunas de Pto. Saavedra, Galvarino, Nueva Imperial, y San Juan de la Costa es de más del 50% de la población. En otras 11 comunas, (Curarrehue, Freire, T. Schmidt, Tirúa, Ercilla, Lonquimay, Melipeuco, Perquenco, Lumaco, Panguipulli, Toltén y Lautaro) la población mapuche constituye más del 30% de la población comunal. Datos del Censo de Población de 1992.

16La proporción de población mapuche en las ciudades es pequeña: en Temuco alcanza a un 12.8%, en Concepción a un 11.2% y en Osorno, Talcahuano, Cañete y Angol bordea el 10%. Estimación sobre la base de datos del Censo de Población de 1992.

17Censo de Población de 1992.

18No hay estudios que permitan generalizaciones adecuadas pero es evidente que los mapuche en la región Metropolitana no sólo van a la Quinta Normal y otros sitios de congregación mapuche y que la asistencia a algún nguillatún es no sólo esporádica si no que muy minoritaria. Lo mismo sucede con relación a las prácticas de las ya escasas, (y culturalmente redefinidas), machis.

19Estimaciones propias sobre la base de tabulaciones especiales de Instituto de Estudios Indígenas, 1998; Op. cit. Cuadro 8, pp.59-60.

20Ver Tabla Nro. 4.

21Elaboración propia de los datos censales considerando: a) como asalariados a las personas con categoría ocupacional censal de “asalariados” en las ramas 1,2,3,4,6 y 9; b) como empleados a las personas con categoría censal de “asalariados” en las ramas 5, 7 a 17, y con categoría de “servicio doméstico”; c) como cuenta propia a las personas con categoría censal “cuenta propia”, “patrones” y a los “familiares no remunerados” de todas las ramas económicas, excepto “servicios domésticos”(agrupación 16).

22Las reducciones, resultantes del proceso de radicación regido por la Ley de 1883 no fueron comunidades tradicionales si no más bien localidades de hogares campesinos cuenta propia. (Saavedra, 1971). No obstante en ellas se desarrolló una subcultura étnica de resistencia en que las reducciones eran la principal unidad asociativa suprafamiliar de la población mapuche. En este sentido las reducciones pueden ser consideradas como semicomunidades.

23Algunos textos conocidos en el tema son: “Historia del pueblo mapuche”, ( José Bengoa; Ediciones Sur, Santiago, 1985); “Maloqueros y conchavadores en Araucanía y las Pampas”, (Leonardo L. Solís; Ed.U.de La Frontera; Temuco, 1991); “Campesinado mapuche y procesos socioeconómicos regionales” ( Ivo Babarovic y otros. De. GIA. Doc. No 34; Santiago, 1987.); “Relaciones fronterizas en la Araucanía”, (Sergio Villalobos; Ed.U Católica; Santiago, 1982). No hay trabajos globales sobre los procesos de proletarización y empobrecimiento del mapuche en los últimos 10 años.

24A este respecto es útil ver Wolff, Eric: “Europa y la gente sin historia”; en especial pp 27-34.Ed. FCE, México, 1987.

25No son todos los chilenos sino que las clases dominantes de la sociedad chilena, y su Estado, las que tienen una deuda histórica con los mapuche. El énfasis interétnico oculta un ejercicio del poder político en que las clases sociales son factor decisivo.

26Con esta denominación se engloba, generalmente, a varios grupos étnicos, (algunas denominaciones registradas son picunches, moluches, araucanos, puelches, huilliches, chiquilanes), que compartían una lengua y un conjunto de otros rasgos culturales a pesar de sus diferencias internas. Se estima que unos 500 años antes de Cristo ya existe un horizonte arqueológico mapuche. Para una reseña ver T. Dillehay (“Araucanía: presente y pasado. Ed. Andrés Bello, Santiago, 1990) y H. Larraín, (“Etnografía” Ed. Instituto Geográfico Militar. Santiago, 1987.

27Las encomiendas de indios, el cobro de tributos, la esclavitud abierta o disfrazada, la apropiación de tierras y el confinamiento en pueblos de indios junto con enfermedades transmisibles y una implacable evangelización, son procesos conocidos de esta conquista y colonización española que constituye un primer, y no único, etnocidio.

28Estas transformaciones son tan significativas que incluso han dado lugar a denominaciones diferentes para los grupos étnicos del siglo XVI, (reche) y XVIII, (mapuche). Ver Guillaume Boccara : “Guerre et ethnogenese mapuche dans le Chili colonial: la invention du soi”. Ed. L’harmattan; Paris, 1998. Más allá de las denominaciones, la cultura mapuche de los siglos XVIII y XIX tiene apreciables diferencias respecto a la cultura de las poblaciones que habitaban esas mismas regiones dos siglos antes.

29Con la llamada “pacificación de la araucanía” y la reducción de la población mapuche realizada por el Estado chileno hacia fines del siglo XIX.

30La utilización del caballo y el complejo de la maloca asociada a relaciones ganadero – mercantiles junto con otros numerosos e importantes aspectos de la cultura mapuche en los siglos XVIII y XIX puede ser analizados, con provecho, utilizando las categorías conceptuales de “resistencia”, “apropiación”, “innovación”, etc., que propone B.Batalla para estudiar la “dinámica cultural de las relaciones interétnicas”. (B.Batalla; op. cit. 1990).

31Los inicios de la conquista y colonización española en la desembocadura del Río de La Plata introducen vacunos y caballares que se multiplicarán, por las condiciones ecológicas, en forma extraordinaria. En estado libre, y como ganado cerril, o cimarrón, se forma una fauna formada por cientos de miles de cabezas. Estos animales son primero cazados y capturados como cualquier otro animal no doméstico y pronto disputados entre los conquistadores y la población mapuche que concurre a las pampas para obtenerlos a la fuerza. (L.L.Solís; op. cit. 1991).

32Los mapuche, establecidos en algunos lugares adecuados y estratégicos ( Choel-Choel, Salinas Grandes) y controlando los pasos, realizan frecuentes ataques a las poblaciones de blancos establecidas entre Buenos Aires y Mendoza, (malocas) . El avance al sur de la sociedad colonial española y posteriormente de la naciente sociedad Argentina sólo será posible, a través de las armas, a fines del siglo XIX con la “campaña del desierto”. Ni la serie de fortines ni la gran fosa construida para detener a los mapuche frenan, las malocas que proporcionan miles de cabezas de ganado y otros beneficios económicos y mercantiles a los mapuche. (L.L.Solís. Op. cit. 1991).

33Lo que en un principio es abastecimiento de animales que contribuye a las guerras de resistencia al español, pronto se transforma en botín, (vacunos, caballares, cuero y cebo, cautivos), intercambiable por otros bienes a los conchavadores en las intensas relaciones de frontera, y fuente de prestigio y poder. Junto con los tejidos, los vacunos y caballares se transforman en la moneda de cambio en las crecientes relaciones mercantiles entre los mapuche y los huincas. De esta manera los mapuche adquieren aguardiente, azúcar, plata y otros bienes.

34La disponibilidad de excedentes (principalmente como animales pero también como bienes obtenidos como botín o por el intercambio con este) es centralizada por jefes, caciques, ulmenes, lonkos y principales, reforzando sus posibilidades de alianzas y de recompensa a servicios prestados. Esto incrementa el poder de los caciques y va acompañado de una institucionalización de relaciones semiseñoriales. ( P.Bengoa; op.cit. L.Solís; op. cit… G. Boccara; op. cit).

35Según los testimonios, Calfucurá, o Callvucurá, aparece en las pampas argentinas hacia 1835 y muere en 1883. Durante 38 años, desde Salinas Grande, gobierna una asociación de tribus, es aliado y “compadre” de Rosas y realiza numerosas malocas y negociaciones en el contexto de las relaciones de frontera. En su sello dice “General Juan Calfucurá, Salinas Grandes” e incluye no sólo la representación de lanzas si no que de un sable de caballería.

36Sobre la base de la Ley de 1866 sobre propiedad indígena en el año 1883 –después de la derrota militar de los mapuche- se inicia la radicación de la población mapuche en las reducciones. La Comisión Radicadora de Indígenas estuvo 40 años en funciones, (hasta 1930), y otorgó un total de 2.961 Títulos de Merced sobre 526.285 hectáreas que favorecieron a 83.170 mapuche. Numerosas familias mapuche –especialmente huilliche- no recibieron un Título de Merced y, de hecho, quedaron reducidas bajo la forma denominada “comunidades sin título de merced”. (Saavedra; op. cit. 1971 y Babarovic; op.cit. 1987).

37En Argentina la población mapuche superviviente huyó hacia Chile o fue trasladada al norte. Unas pocas familias fueron asentadas en un inmenso territorio constituido por grandes estancias. En Chile, además de una red de fuertes y ciudades, se formaron latifundios privados con tierras entregadas a colonos y particulares o adquiridas por éstos. Se estima que los mapuche, en Chile, recibieron alrededor de un 10% del total de tierras “recuperadas” por el Estado.

38Babarovic; op.cit. 1987.

39En realidad la legalidad instituida en los actuales estados nacionales no fue nunca consultada, ni menos propuesta, por los campesinos o por los trabajadores urbanos, indígenas o no indígenas. Sucede que la externalidad e imposición de un orden jurídico legal es más visible (y, aparentemente, menos conflictiva que el carácter externo e impuesto de orden jurídico para la inmensa mayoría de la población de estas sociedades).

40Una parte considerable de la actual propiedad privada de la tierra, heredada o adquirida “limpia” en el sacrosanto mercado, tiene un origen, no muy remoto, en esta recuperación de tierras realizada por un Estado que, de hecho, las expropia de los mapuche.

41Los mapuche se ven obligados a transformarse en campesinos y a civilizar su consumo. La evangelización los invita y busca. Su resistencia recurre a formas de la cultura dominante. Aprenden el español y comienzan a ser educados en el sistema formal de la sociedad dominante.

42La desintegración social, la pérdida del control cultural; la transformación del mapuche en ciudadano chileno, de maloquero en campesino, de pueblo autónomo en sector social dominado dentro de una sociedad nacional son, entre otras, transformaciones que indican el paso de una cultura (sociedad con control cultural) a una subcultura. En este sentido el concepto de subcultura no tiene nada de peyorativo o valórico.

43Saavedra; op.cit. 1971.

44Las estimaciones corresponden a los primeros años después de la radicación, hacia 1930. Sobre la base de datos proporcionados por V. Labbé (“Seminario de investigación sobre el desarrollo de la provincia de Cautín”. U.de Chile, 1956).

45Esta es una de las principales razones que explican un inesperado apoyo de numerosos mapuche a la división de las “comunidades”.

46Para la situación de la economía mapuche a mediados de la década de los sesenta ver Saavedra; Op.cit. 1971. Para la situación hacia 1980, Bengoa J. y Valenzuela E. “ Economía Mapuche” Ed. PAS; Santiago 1984.

47Estamos utilizando el concepto de proletarización para referirnos al proceso de desvinculación de los trabajadores por cuenta propia respecto a las condiciones económicas que les permiten la sobrevivencia y reproducción sin verse obligados a trabajar para otros. Los campesinos que no pueden vivir y reproducirse sobre la base de sus actividades por cuenta propia se proletarizan, (“descampesinización hacia abajo”), aún cuando no encuentren, en forma más o menos transitoria, empleo como asalariados o empleados.

48La población mapuche asentada en las reducciones carecía de caballos, vacunos y ganado menor -perdidos en la pacificación de la araucanía- y reciben una superficie promedio per cápita de 6.3 has que corresponden, frecuentemente, a tierras de baja calidad; promedio que es mucho menor en algunas áreas (en la provincia de Arauco es de 3.2) y para muchas familias al interior de las reducciones. Tampoco tienen semillas y otros aperos. ( Información en Bavarovic; op.cit. y Saavedra; op. cit.) .

49En 1966 ya existían unas 53.000 unidades campesinas con una superficie promedio de 12.3 hectáreas y la superficie per cápita se había reducido 2.0 hectáreas por persona, un tercio de las recibidas como Merced. Un 43% de los hogares campesinos mapuche tendrían menos de 5 hectáreas.- ( Saavedra, op. cit. 1971). Sobre la base de datos de la Dirección de Asuntos Indígenas, Bavarovic estima que a los mapuche se les habrían usurpado 131.292 hectáreas, un 25% de las otorgadas en el proceso de reducción. ( Bavarovic; op.cit. ).

50Se ven forzados a vender barato y a comprar caro, (precios por debajo y por encima de su valor). Ver Saavedra; op. cit. 1971.

51En 1971 se restituyen a los mapuche 68.381 hectáreas que habían sido usurpadas, ( Bavarovic; Op. cit.1987). Mis puntos de vista sobre las movilizaciones y conflictos en el agro en “Chile 1970-1972: capitalismo y lucha de clases en el campo”. Ed. Corazón; Madrid, España 1995.

52Una interesante reseña, con casos particulares concretos, en “Cultura mapuche y represión en Dictadura” de Roberto Morales Urra. Revista Austral de Ciencias Sociales Nro. 3. Enero-agosto de 1999; Universidad Austral de Chile. Valdivia, Chile.

53El 22 de marzo de 1979 se promulgó el Decreto Ley Nro. 2.568 que modifica la legislación indígena vigente terminando con la política especial protectora que existía desde la radicación y autorizando la división de las reducciones. Los mapuche podían acceder a la propiedad privada de la tierra…y estas tierras podían entrar a un dinámico mercado de tierras. En 1979 se otorgaron 1.214 títulos individuales, en 1980 fueron 10.050 y en 1981 otros 10.023. Hacia 1980 se había completado el proceso divisorio en la VIIIª Región, en la Xª Región había una pequeña parte aún por dividir (3.5% del total de reservas a dividir); en la IXª Región quedaban aún 443 reducciones por dividir. ( Bavarovic; op.cit. 1987).

54Es muy probable que de las 52.000 unidades campesinas existentes en 1966 hoy queden alrededor de 25.000. En la IXª Región el censo de población de 1992 sugiere que no existen más de 16.000 unidades campesinas. Varios estudios muestran, además, que, en buena parte de estas unidades, los ingresos extraprediales (principalmente subsidios e ingresos provenientes de la venta de fuerza de trabajo bordean el 50% del ingreso total.

55Esto se visualiza con toda claridad al observar la asignación de subsidios, las orientaciones de los programas de INDAP y, en especial, en los proyectos del FOSIS que bajo formas que pretenden ser productivas encubren políticas asistenciales.

56La reconstrucción teórica de lo que fueron las culturas mapuche es una tarea de gran importancia no sólo para los mapuche si no como patrimonio de la humanidad. Más allá de los problemas de distinta índole que enfrenta esta reconstrucción teórica, nuestras observaciones se dirigen a criticar el grave error que significa traspolar los contenidos de una cultura del pasado, teóricamente reconstruida, al presente.

 


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