Formación MPT Blog

Apuntes básicos sobre la estrategia y táctica del socialismo de los trabajadores y los pueblos del mundo entero.

Posted in Documentos de Trabajo de la Comisión, Temas Generales by formacionmpt on febrero 7, 2010

Apuntes básicos sobre la estrategia y táctica del socialismo de los trabajadores y los pueblos del mundo entero.

«Los participantes de cada controversia se dividen en escuelas -conservadora o radical- y la ideología se inclina a rezumarse en la lógica. En economía, los argumentos están principalmente consagrados, como en teología, a sostener doctrinas más que a testar hipótesis.» (Joan Robinson) (1)

“El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía Política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.” (Federico Engels) (2)

“Para poder vender una cosa, basta con que esta cosa sea monopolizable y enajenable” (Carlos Marx) (3)

1.- El punto de partida de la acción y la investigación

Si partimos de la hipótesis, que tiene que ser demostrada en la práctica política –en el proceso de articulación del movimiento real, de la organización, movilización y formación de un nuevo proyecto histórico de emancipación social para Chile-, de que la alienación capitalista en sus formas materiales, en sus raíces genealógicas, se encuentra en las profundidades de una separación consecutiva y consecuente, a saber:

a) la separación del hombre de su ser histórico-social y su ser en y formando parte de la naturaleza misma,

b) de la separación del trabajo asalariado del producto del ejercicio de su capacidad social transformadora y

c) de la separación del estado capitalista y el conjunto de la sociedad entre “sociedad política” y “sociedad civil”, despojando a las grandes mayorías de su propia identidad en tanto trabajadores y género humano.

En resumen, la separación por la fuerza de la triada: naturaleza, trabajo y género humano, transformado en objetos monopolizables y enajenables por el sistema capitalista moderno, es el punto de partida para la investigación y la acción transformadora de las fuerzas revolucionarias de los pueblos y los trabajadores. El movimiento real sólo es separable transitoriamente y es producto de la historia concreta de la humanidad, de la actividad histórica y social de los seres humanos, de la larga historia de la sociedad dividida en clases, la cual tiene un principio, un desarrollo y un final, si todo sigue su curso natural. Estamos frente a un acto de violencia extrema que se oculta tras bambalinas en la puesta en escena de la sociedad capitalista actual, cuyo sujeto es el capital y se consensua en la aceptación de un Estado de naturaleza clasista que declara ser garante de un “bien común”. No hay nada menos “rentable” para el conjunto de la humanidad que la sobrevivencia de la propiedad capitalista, la cual permite que una minoría que no trabaja decida sobre la mayoría efectiva de los que trabajan y con su actividad vital se ven obligados a pagar un precio elevadísimo para mantener justamente los privilegios de esta minoría. En conjunto con ello no hay nada menos sustentable que el desarrollo del capitalismo, que en su fase imperialista entra en contradicción irreconciliable con el desarrollo del género humano y de la sobrevivencia del planeta mismo. Es esta la base material de la identidad entre los intereses de los trabajadores, los pueblos del mundo entero y los intereses del género humano en su conjunto. Esta es la base material del horizonte de la transición socialista de la humanidad a la sociedad sin clases en el siglo XXI. Esta es la base histórica sobre la cual los trabajadores y los pueblos del mundo – objetos de la dominación, la explotación extrema y el despojo- se transforman en sujeto de las transformaciones profundas que la sociedad humana ha de realizar para garantizar su propia existencia y su consecuente emancipación.

Si partimos del hecho real de que el desarrollo capitalista y su ideología del progreso -el “progresismo” no es más que un reflejo de esas profundas raíces de clase-, entonces la superación de las relaciones sociales capitalistas sobre las que se erige la reproducción de la vida misma de la humanidad, tiene que ver con el ejercicio concreto de naturaleza socialista – humanismo concreto- de los trabajadores y los pueblos del mundo entero, frente y en oposición antagónica e irreconciliable con la barbarie capitalista y la bestialidad del imperialismo.

2.- La evidencia histórica, la práctica política de los trabajadores y los pueblos, verifica y realiza las hipótesis que dan cuerpo al programa de transformaciones sociales

La evidencia histórica se encuentra en la construcción política y la reflexión teórica sobre ella. La unidad indisoluble de presente-pasado y presente-futuro, ha de permitir la comprobación, verificación y realización de las hipótesis que dan cuerpo al programa de transformaciones sociales y se manifiesta en la práctica política de los trabajadores y los pueblos para sostenerlas sobre sus hombros, como construcción heroica. Por medio del intelecto, del trabajo intelectual colectivo, se han de verificar las distintas dimensiones en que se contextualizan y ocurren los hechos sociales, en su interacción concreta entre los aspectos económicos, políticos, culturales, bélicos, etc.

La lucha -multiforme, compleja y dinámica-, como una totalidad histórico-social en movimiento contradictorio, y con el horizonte de la emancipación social, coincide plenamente con los intereses más inmediatos de la humanidad, los intereses históricos de las grandes mayorías del pueblo trabajador y su unidad orgánica con las luchas de resistencias y por la sobrevivencia de los pueblos del mundo. Esto implica que no existe una separación a raja tabla entre lo táctico y lo estratégico, sino sólo como distinción abstracta entre un momento inmediato y un momento referido a un salto cualitativo concreto: la conquista del poder político y económico por parte de las grandes mayorías trabajadoras. Salto que sólo puede realizarse como producto de la acumulación cuantitativa de una correlación de fuerzas favorables a las transformaciones sociales, en tanto resultado y producto del accionar planificado, sincronizado y consciente de las grandes mayorías y su construcción política.

3.- El carácter de las luchas y la unidad de la táctica y la estrategia

Desde estas premisas se desprende que la lucha inmediata está signada por sus contenidos socialistas, por su horizonte emancipador. Sobre estas bases como presupuestos básicos, entonces, la pregunta tendría que ser ¿Cuál es el contenido socialista de estas luchas que se requiere potenciar? Ello nos lleva a significar el propio socialismo, marcar con tinta indeleble el horizonte del restablecimiento de la identidad históricamente amenazada. Desde este punto de vista, de esta “toma de partido” por la parte antagónica al sujeto dominante, el capital y por tanto una “toma de partido” por las fuerzas del trabajo, el ser humano y su hábitat natural, el planeta; el socialismo es básicamente la expropiación de la propiedad privada capitalista y su consecuente socialización, colectivización, que se expresa en primera fase en su forma de propiedad estatal, y por tanto, el asunto se traduce políticamente en el control de la economía y el Estado por parte de sus verdaderos propietarios, los productores de las riquezas, es decir, en manos de los trabajadores y la sociedad en su conjunto. Socialismo implica un proceso de sinceramiento del verdadero carácter social de la producción de los medios de vida, las riquezas, de las grandes mayorías y las naciones del mundo. Implica el control de los destinos del decurso de la vida en manos justamente de esas grandes mayorías y, por tanto implica, el desarrollo del control real sobre la economía y el Estado. La estatización socialista, que opera prima facie, no comporta la creación de más burocracia, sino la descentralización de las labores del Estado en manos de la ciudadanía organizada, movilizada y en proceso de aprendizaje del autogobierno por medio del despliegue de la democracia participativa que erosiona las bases materiales de la que emana la lógica de la representación y la sustitución.

4.- La indisoluble unidad de teoría y práctica es la fuente y el producto de la conciencia de clase

Bien sabe la burguesía, núcleo del bloque en el poder, que tiene sobre su cuerpo las heridas de una innumerable cantidad de revoluciones, que no es posible sostener un sistema social y traspasar las fronteras de un modo de producción a otro, sin la acción combinada de fuerza y consenso. Los procesos revolucionarios no pueden llevarse adelante sin adquirir una conciencia respecto del rol histórico que le compete a una clase que pretende dirigir los destinos del ser humano y el planeta. Es decir, sin conciencia de clase no es posible adquirir o sostener un sistema de dominación social de una clase sobre el conjunto de la sociedad, por lo tanto tampoco lo es el movimiento subversivo de la emancipación del género humano. Bien lo sabela burguesía, pues sin ello no podría sostener su poder. Por esto tiene que negar el derecho a la conciencia crítica del conjunto de la sociedad sobre sus propios destinos, de ahí la necesaria alienación que termina afectando a sus propios intereses, pues la ignorancia es una peste que termina afectando a los propios apestadores. La alienación social es una bomba que en su explosión no respeta los límites de clases y revienta como ideología, negando el propio desarrollo de las fuerzas productivas que tiene que seguir propiciando para sostener su dominación en el tiempo.

De la práctica y la reflexión colectiva sobre estos múltiples aspectos se puede llegar a construir un movimiento autónomo que comprende el profundo carácter democrático de la revolución socialista, parte consustancial al proceso definitivo de emancipación social al alcanzar la destrucción de las condiciones materiales para la existencia de las clases y su forma política, el Estado, como lo hemos conocido hasta ahora.

El proceso de construcción de este “control social” en manos de los trabajadores y los pueblos, conllevaría necesariamente a una dualidad de poder entre los actuales propietarios jurídicos de los medios de vida, medios de producción y de las fuentes de la vida misma, la naturaleza, y los verdaderos propietarios, puesto que las riquezas son propiedad de quienes las producen. Tal cual hemos luchado por la propiedad de la tierra para el que la trabaja, hoy tenemos que luchar por la propiedad de las inversiones productivas para quienes verdaderamente las trabajan, garantizando su ritmo y dirección en función de los intereses de las grandes mayorías y no de las empresas transnacionales como ha ocurrido hasta hoy. Hoy desalambrar las conciencias de las grandes mayorías, este movimiento real que no puede encorsetarse en modelo alguno, es lo que llamamos socialismo.

Las clases dominantes, ociosas, corruptas y parasitarias, usufructúan de un proceso social de producción de riquezas, y su poder se sustenta en una realidad jurídica impuesta por la fuerza (el monopolio del poder militar, político y económico) y es mantenido por fatuos consensos, por medio de la alienación capitalista, por medio del consumismo y el individualismo, la guerra psicológica, en fin, por el ejercicio de una hegemonía cultural que les garantiza la anuencia de las grandes mayorías que aceptan disciplinadamente ser despojadas de lo que ellas mismas producen y les pertenece.

Así como de las fuentes de valores de cambio de productos que no tienen valor, pues son ofrecidas al ser humano gratuitamente por la naturaleza, e igualmente son monopolizados y enajenados, se concesiona la vida de los trabajadores y el pueblo a quienes no tienen la necesidad de responder más que a la capitalización del excedente económico producto de la explotación del trabajo, la enajenación de los recursos naturales y el esfuerzo de las grandes mayorías, que luego son acumulados en forma privada. Los destinos de los chilenos y chilenas están determinados por la ganancia capitalista, la acumulación por despojo y por sobre explotación se convierte en propiedad de una minoría sin patria ni bandera.

5.- La participación efectiva es la base de toda democracia real, cuyo movimiento es el socialismo de los pueblos y los trabajadores que señala el camino de victorias a transitar

La participación efectiva de los trabajadores y el pueblo es el camino de victorias para la conquista del poder real por y para las grandes mayorías del país, explotadas, despojadas y disciplinadas por el control social ejercido por el Estado subsidiario del capital financiero, que es, en definitiva, el sujeto activo de la dominación capitalista y del orden actual. El Estado es el mediador entre el rentismo y las fracciones industriales modernas. El Estado capitalista en la fase actual del desarrollo del capitalismo, tanto en el país como en el mundo entero, es garantía de la unidad política de las clases dominantes mundializadas.

La táctica debe incorporar un acompañamiento estrecho de la lucha en el campo de las ideas, en la preparación de los trabajadores y la organización popular, el pueblo, para asumir las tareas del gobierno del Estado y del conjunto de la sociedad. Hay que vencer por una parte, a los ideólogos orgánicos al servicio de los intereses económicos de las clases dominantes y por otra parte, vencer la propia resistencia de buena parte de la militancia social y política que ha sido asimilada por las ideas dominantes del bloque en el poder. Nos enfrentamos a un verdadero silogismo compuesto entre ideólogos, ideotas e idiotas de tomo y lomo. Los primeros al servicio de las castas en el poder que están obligadas a defender sus privilegios hasta las últimas consecuencias; los que deshojan margaritas anunciando la muerte del marxismo, supuestamente difuminado en la multitud de interpretaciones al uso; más los que honestamente piensan que es posible seguir desarrollando el pensamiento y la acción revolucionaria, cantando loas pre-marxistas, cantinelas que no tienen más originalidad que la repetición de la idiota ignorancia del que, teniendo una pala a mano, pretende cavar la sepultura del capitalismo con cucharas de palo.

6.- ¿Cuál es el nudo que no nos permite tomar la pala y nos impone seguir cavando con cucharas de palo?

Debido a los retrocesos generales en el desarrollo del método científico -síntoma de la senilidad del sistema de reproducción capitalista y aspecto que no afecta a una clase determinada, sino al conjunto de la sociedad-, se puede señalar la tendencia a la simplificación –vulgarización- del método de aproximación a los procesos que interactúan en su conjunto en la constitución de la realidad histórico-social. Sumémosle a esto, la desesperación por no lograr ver una salida del laberinto que genera la supremacía del capital como sujeto en la sociedad actual. Ello produce un miedo razonable a la victoria de los procesos emancipatorios de los pueblos y los trabajadores.

Corresponde a una época de dispersión y de iconización de las incertidumbres una tendencia a operar mentalmente a través de un pensamiento simplificante, una esclerotización que termina en la formalización que no permite ver la conjunción dinámica de lo uno y de lo múltiple. El principio de no-contradicción y de tercero excluido se apodera del sentido común y se tiende a la unidad o identidad abstracta, desalojando la diversidad, la multiciplidad de las determinaciones y las intermediaciones entre el concepto y la realidad, o bien, se fetichizan las distinciones, las diferencias. Y al perder la visión de la globalidad de los procesos, se pierden igualmente las contradicciones vitales de las partes sobre el todo. Es así como abundan las aproximaciones fragmentadas a la realidad y esta pierde su cualidad de totalidad contradictoria en movimiento, es decir, su transitoriedad y su devenir histórico concreto. Al perder las referencias a la unidad o identidad de lo múltiple, la dispersión política e ideológica resulta en fogonazos fragmentados y las odiosidades absurdas terminan siendo funcionales al sistema mundial de dominación capitalista.

Me recuerda este escenario a los animales perdidos en la cordillera que terminan comiéndose la cola para no morir de hambre hasta quedar petrificados en el hielo andino. Un viento helado que golpea los cuerpos sólo puede ser contrarrestado con la actividad más enérgica.

Por más que insistamos en que para lograr un horizonte de sentido, este esfuerzo por despojarse de los prejuicios adquiridos y de toda suerte de manifestación religiosa –de creyentes y no creyentes- hace falta igual algo de fe. La fe en los trabajadores y los pueblos. Es en la fuerza de nuestras raíces que mantendremos vivo el árbol de la libertad.

El socialismo surge de los límites mismos del capitalismo, y este será resuelto a favor del capital o el trabajo. Es con nuestra actividad política integral e integradora que haremos posible que esta necesidad histórica sea una realidad o una nueva experiencia sin el debido éxito. Quien tema a la victoria, jamás podría estar en condiciones de vencer.

Hoy más que siempre aquello de que la emancipación social de los pueblos y los trabajadores es su propia obra, es la base de la confianza política de nuestro movimiento, es la base de nuestra concepción del mundo y del método revolucionario para la transformación del orden actual.

7.- A modo de resumen

No hay nada tan complejo en realidad, nada misterioso, sólo se requiere terminar de comprender que es necesario un trabajo teórico-práctico de carácter colectivo para demostrar las hipótesis respecto de la verdadera naturaleza del desarrollo del capitalismo en Chile. De ahí, comprender su entramado de clases y sus luchas, para luego deducir de ello, y de su permanente comprobación en la práctica política -nuestra peculiar forma revolucionaria. Esto es, encontrar las evidencias empíricas para la superación definitiva del desarrollo del capitalismo e invertir con ello el proceso basado en el des-orden actual- en función de resolver los destinos del país según los intereses de las grandes mayorías trabajadoras, productivas e improductivas.

Postulo la hipótesis de que en un país dependiente del capital financiero transnacional, donde la producción organizada según una determinada división internacional del trabajo, división social e internacional que determina su naturaleza en cuanto producción primaria exportadora, la oferta no crea su propia demanda y la ganancia extraordinaria arrebatada por estos medios no beneficia más que a los capitales que deciden invertir según sus propios intereses inmediatos. Esta es la base material de la insuperabilidad de la crisis estructural del capitalismo sin una revolución socialista.

Sostengo que la ausencia de una política independiente de los trabajadores y el pueblo, y la inexistencia de una burguesía nacional, hace que en Chile no exista una estrategia nacional de desarrollo propio, no tiene soberanía política, su modo dependiente de operar se encuentra en una camisa de fuerza impuesta por el capital transnacional y las organizaciones internacionales a su servicio. Naufragamos en una arquitectura cuasi-estancacionista, y sus temporales animaciones y auges económicos dependen de las animaciones de los precios y posibles auges de las materias primas. Y como estas no son renovables, sólo consumibles, nuestro futuro está signado por una suerte de ruleta rusa y en cualquier momento saldrá el tiro mortal. Es vergonzoso que el monopolio de las armas esté en manos de sectores que dicen estar comprometidos con la defensa y la seguridad del país, educados en una suerte de “nacionalismo chauvinista” –suficiente para defender otrora el patrón de acumulación débilmente desarrollista- y, por tanto, tan mal educados en la defensa de la soberanía y el patrimonio nacional y tan antipopulares como la propia Concertación responsable de la transición entre el gobierno dictatorial a la actual forma democrático-burguesa. Ante el baldón del entreguismo de nuestras clases dirigentes, el pueblo, con los trabajadores -productivos y no productivos- a la vanguardia de un nuevo proyecto histórico, dará por el suelo con las ficciones que hoy nos gobiernan.

La actual campaña contra la privatización del mar –paradigmática y de identica laya respecto de la minería, los bosques, los recursos hídricos en tierra, la agricultura, la banca, la seguridad social, la salud, la educación, la vivienda, la cultura, el desarrollo y la investigación científica, entre otros tantos aspectos de la vida nacional- arroja esclarecedoras luces sobre la naturaleza depredadora del patrón de reproducción capitalista en Chile. No estamos dispuestos a aceptar sin resistencia los ofertones del patrimonio de todos los chilenos y chilenas al capital financiero transnacional. Nuestro objetivo político emancipatorio, de carácter estratégico, es poner a los trabajadores y el pueblo como sujetos de toda soberanía. En ello hemos de concentrar toda nuestra capacidad subversiva y toda nuestra inteligencia socialmente adquirida por años de lucha que van desde las resistencias al conquistador, pasando por los fundación del movimiento obrero y popular, hasta nuestros días. Largos siglos de combate contra las distintas formas de colonización, de una violencia que no se puede ocultar con la retórica oficialista y oficiosa.

Junto con ello, no queda otro camino que preparar una fuerza político-social que sea capaz de llevar adelante, desde un gobierno de los trabajadores y el pueblo, un salto cualitativo a la socialización colectivista. El socialismo de los pueblos y los trabajadores es el contenido esencial de nuestra opción anticapitalista y antiimperialista. Es decir, en sí mismo, nada de negación maniquea, sino proposiciones integrales para la superación definitiva del desarrollo capitalista en Chile.

Los trabajadores y los pueblos tienen todos los elementos necesarios para comprender que, en el siglo XXI, o seguimos siendo yunque o tomamos la firme decisión de ser martillo.

¡Barbarie capitalista y bestialidad imperialista, o socialismo de los trabajadores y los pueblos del mundo entero!

¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Amador

¡Luchamos y estudiamos para vencer!

www.marxismo.cl

www.marxismo.cl/portal

http://unidadmpt.wordpress.com/

Notas:

(1) Joan Robinson, economista inglesa aguda investigadora y polemista fustigó a los intelectuales orgánicos del capitalismo que autoinvestidos con arrogancia de un cierto saber “científico” supo junto a otros compañeros de aventura sostener una fuerte lucha ideológica. Entre otras frases para el bronce que he podido leer en controversias con ideólogos yanquis y europeos, entre otros tantos, señalaba: “Cuando dos teorías difieren en su ideología, la diferencia más importante entre ambas se establece en el terreno de la acción política” (“Hacia una economía dinámica” (Towards a Dynamic Economics). Si bien estas frases están fuera del contexto en que fueron expresadas dan igualmente una idea de la agudeza de sus indagaciones y el sentido práctico que tienen sus investigaciones y análisis. Audacia intelectual digna de imitar por los militantes revolucionarios en el presente siglo.

(2) Federico Engels, “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”. Una versión en internet puede encontrarse en: http://www.marxismo.cl/mod/forum/discuss.php?d=1325

(3) Carlos Marx, Tomo III de El Capital, Sección Sexta: “Cómo se convierte la ganancia extraordinaria en Renta del Suelo”, Capítulo XXXVII. Fondo de Cultura Económica, México. Hay una versión en internet que puede ser leída en http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital3/MRXC3837.htm

<h1><span lang=»ES-CL» xml:lang=»ES-CL»>Apuntes b&aacute;sicos sobre la estrategia y t&aacute;ctica del socialismo de los trabajadores y los pueblos del mundo entero.</span></h1>
<p align=»right»><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>&quot;Los  participantes de cada controversia se dividen en escuelas -conservadora  o radical- y la ideolog&iacute;a se inclina a rezumarse en la l&oacute;gica. En  econom&iacute;a, los argumentos est&aacute;n principalmente consagrados, como en  teolog&iacute;a, a sostener doctrinas m&aacute;s que a testar hip&oacute;tesis.&quot; (Joan  Robinson) (1)</span></p>
<p align=»right»><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»> &ldquo;El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en  Econom&iacute;a Pol&iacute;tica. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza,  proveedora de los materiales que &eacute;l convierte en riqueza. Pero el  trabajo es much&iacute;simo m&aacute;s que eso. Es la condici&oacute;n b&aacute;sica y fundamental  de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto,  debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.&rdquo; (Federico  Engels) (2)</span></p>
<p align=»right»><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>&ldquo;Para poder vender una cosa, basta con que esta cosa sea monopolizable y enajenable&rdquo; (Carlos Marx) (3)</span></p>
<h2><span lang=»ES-CL» xml:lang=»ES-CL»>1.- El punto de partida de la acci&oacute;n y la investigaci&oacute;n</span></h2>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Si partimos de  la hip&oacute;tesis, que tiene que ser demostrada en la pr&aacute;ctica pol&iacute;tica &ndash;en  el proceso de articulaci&oacute;n del movimiento real, de la organizaci&oacute;n,  movilizaci&oacute;n y formaci&oacute;n de un nuevo proyecto hist&oacute;rico de emancipaci&oacute;n  social para Chile-, de que la alienaci&oacute;n capitalista en sus formas  materiales, en sus ra&iacute;ces geneal&oacute;gicas, se encuentra en las  profundidades de una separaci&oacute;n consecutiva y consecuente, a saber: </span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>a)</span><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>&nbsp;</span><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>la separaci&oacute;n del hombre de su ser hist&oacute;rico-social y su ser en y formando parte de la naturaleza misma, </span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>b)</span><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>&nbsp;</span><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>de la separaci&oacute;n del trabajo asalariado del producto del ejercicio de su capacidad social transformadora y </span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>c)</span><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>&nbsp;</span><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>de  la separaci&oacute;n del estado capitalista y el conjunto de la sociedad entre  &ldquo;sociedad pol&iacute;tica&rdquo; y &ldquo;sociedad civil&rdquo;, despojando a las grandes  mayor&iacute;as de su propia identidad en tanto trabajadores y g&eacute;nero humano. </span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>En resumen, la  separaci&oacute;n por la fuerza de la triada: naturaleza, trabajo y g&eacute;nero  humano, transformado en objetos monopolizables y enajenables por el  sistema capitalista moderno, es el punto de partida para la  investigaci&oacute;n y la acci&oacute;n transformadora de las fuerzas revolucionarias  de los pueblos y los trabajadores. El movimiento real s&oacute;lo es separable  transitoriamente y es producto de la historia concreta de la humanidad,  de la actividad hist&oacute;rica y social de los seres humanos, de la larga  historia de la sociedad dividida en clases, la cual tiene un principio,  un desarrollo y un final, si todo sigue su curso natural. Estamos  frente a un acto de violencia extrema que se oculta tras bambalinas en  la puesta en escena de la sociedad capitalista actual, cuyo sujeto es  el capital y se consensua en la aceptaci&oacute;n de un Estado de naturaleza  clasista que declara ser garante de un &ldquo;bien com&uacute;n&rdquo;. No hay nada menos  &ldquo;rentable&rdquo; para el conjunto de la humanidad que la sobrevivencia de la  propiedad capitalista, la cual permite que una minor&iacute;a que no trabaja  decida sobre la mayor&iacute;a efectiva de los que trabajan y con su actividad  vital se ven obligados a pagar un precio elevad&iacute;simo para mantener  justamente los privilegios de esta minor&iacute;a. En conjunto con ello no hay  nada menos sustentable que el desarrollo del capitalismo, que en su  fase imperialista entra en contradicci&oacute;n irreconciliable con el  desarrollo del g&eacute;nero humano y de la sobrevivencia del planeta mismo.  Es esta la base material de la identidad entre los intereses de los  trabajadores, los pueblos del mundo entero y los intereses del g&eacute;nero  humano en su conjunto. Esta es la base material del horizonte de la  transici&oacute;n socialista de la humanidad a la sociedad sin clases en el  siglo XXI. Esta es la base hist&oacute;rica sobre la cual los trabajadores y  los pueblos del mundo – objetos de la dominaci&oacute;n, la explotaci&oacute;n  extrema y el despojo- se transforman en sujeto de las transformaciones  profundas que la sociedad humana ha de realizar para garantizar su  propia existencia y su consecuente emancipaci&oacute;n.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Si partimos del  hecho real de que el desarrollo capitalista y su ideolog&iacute;a del progreso  -el &ldquo;progresismo&rdquo; no es m&aacute;s que un reflejo de esas profundas ra&iacute;ces de  clase-, entonces la superaci&oacute;n de las relaciones sociales capitalistas  sobre las que se erige la reproducci&oacute;n de la vida misma de la  humanidad, tiene que ver con el ejercicio concreto de naturaleza  socialista &ndash; humanismo concreto- de los trabajadores y los pueblos del  mundo entero, frente y en oposici&oacute;n antag&oacute;nica e irreconciliable con la  barbarie capitalista y la bestialidad del imperialismo.</span></p>
<h2><span lang=»ES-CL» xml:lang=»ES-CL»>2.- La evidencia hist&oacute;rica, la pr&aacute;ctica pol&iacute;tica  de los trabajadores y los pueblos, verifica y realiza las hip&oacute;tesis que  dan cuerpo al programa de transformaciones sociales</span></h2>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>La evidencia  hist&oacute;rica se encuentra en la construcci&oacute;n pol&iacute;tica y la reflexi&oacute;n  te&oacute;rica sobre ella. La unidad indisoluble de presente-pasado y  presente-futuro, ha de permitir la comprobaci&oacute;n, verificaci&oacute;n y  realizaci&oacute;n de las hip&oacute;tesis que dan cuerpo al programa de  transformaciones sociales y se manifiesta en la pr&aacute;ctica pol&iacute;tica de  los trabajadores y los pueblos para sostenerlas sobre sus hombros, como  construcci&oacute;n heroica. Por medio del intelecto, del trabajo intelectual  colectivo, se han de verificar las distintas dimensiones en que se  contextualizan y ocurren los hechos sociales, en su interacci&oacute;n  concreta entre los aspectos econ&oacute;micos, pol&iacute;ticos, culturales, b&eacute;licos,  etc. </span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>La lucha  -multiforme, compleja y din&aacute;mica-, como una totalidad hist&oacute;rico-social  en movimiento contradictorio, y con el horizonte de la emancipaci&oacute;n  social, coincide plenamente con los intereses m&aacute;s inmediatos de la  humanidad, los intereses hist&oacute;ricos de las grandes mayor&iacute;as del pueblo  trabajador y su unidad org&aacute;nica con las luchas de resistencias y por la  sobrevivencia de los pueblos del mundo. Esto implica que no existe una  separaci&oacute;n a raja tabla entre lo t&aacute;ctico y lo estrat&eacute;gico, sino s&oacute;lo  como distinci&oacute;n abstracta entre un momento inmediato y un momento  referido a un salto cualitativo concreto: la conquista del poder  pol&iacute;tico y econ&oacute;mico por parte de las grandes mayor&iacute;as trabajadoras.  Salto que s&oacute;lo puede realizarse como producto de la acumulaci&oacute;n  cuantitativa de una correlaci&oacute;n de fuerzas favorables a las  transformaciones sociales, en tanto resultado y producto del accionar  planificado, sincronizado y consciente de las grandes mayor&iacute;as y su  construcci&oacute;n pol&iacute;tica.</span></p>
<h2><span lang=»ES-CL» xml:lang=»ES-CL»>3.- El car&aacute;cter de las luchas y la unidad de la t&aacute;ctica y la estrategia</span></h2>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Desde estas  premisas se desprende que la lucha inmediata est&aacute; signada por sus  contenidos socialistas, por su horizonte emancipador. Sobre estas bases  como presupuestos b&aacute;sicos, entonces, la pregunta tendr&iacute;a que ser &iquest;Cu&aacute;l  es el contenido socialista de estas luchas que se requiere potenciar?  Ello nos lleva a significar el propio socialismo, marcar con tinta  indeleble el horizonte del restablecimiento de la identidad  hist&oacute;ricamente amenazada. Desde este punto de vista, de esta &ldquo;toma de  partido&rdquo; por la parte antag&oacute;nica al sujeto dominante, el capital y por  tanto una &ldquo;toma de partido&rdquo; por las fuerzas del trabajo, el ser humano  y su h&aacute;bitat natural, el planeta; el socialismo es b&aacute;sicamente la  expropiaci&oacute;n de la propiedad privada capitalista y su consecuente  socializaci&oacute;n, colectivizaci&oacute;n, que se expresa en primera fase en su  forma de propiedad estatal, y por tanto, el asunto se traduce  pol&iacute;ticamente en el control de la econom&iacute;a y el Estado por parte de sus  verdaderos propietarios, los productores de las riquezas, es decir, en  manos de los trabajadores y la sociedad en su conjunto. Socialismo  implica un proceso de sinceramiento del verdadero car&aacute;cter social de la  producci&oacute;n de los medios de vida, las riquezas, de las grandes mayor&iacute;as  y las naciones del mundo. Implica el control de los destinos del  decurso de la vida en manos justamente de esas grandes mayor&iacute;as y, por  tanto implica, el desarrollo del control real sobre la econom&iacute;a y el  Estado. La estatizaci&oacute;n socialista, que opera prima facie, no comporta  la creaci&oacute;n de m&aacute;s burocracia, sino la descentralizaci&oacute;n de las labores  del Estado en manos de la ciudadan&iacute;a organizada, movilizada y en  proceso de aprendizaje del autogobierno por medio del despliegue de la  democracia participativa que erosiona las bases materiales de la que  emana la l&oacute;gica de la representaci&oacute;n y la sustituci&oacute;n.</span></p>
<h2><span lang=»ES-CL» xml:lang=»ES-CL»>4.- La indisoluble unidad de teor&iacute;a y pr&aacute;ctica es la fuente y el producto de la conciencia de clase</span></h2>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Bien sabe la  burgues&iacute;a, n&uacute;cleo del bloque en el poder, que tiene sobre su cuerpo las  heridas de una innumerable cantidad de revoluciones, que no es posible  sostener un sistema social y traspasar las fronteras de un modo de  producci&oacute;n a otro, sin la acci&oacute;n combinada de fuerza y consenso. Los  procesos revolucionarios no pueden llevarse adelante sin adquirir una  conciencia respecto del rol hist&oacute;rico que le compete a una clase que  pretende dirigir los destinos del ser humano y el planeta. Es decir,  sin conciencia de clase no es posible adquirir o sostener un sistema de  dominaci&oacute;n social de una clase sobre el conjunto de la sociedad, por lo  tanto tampoco lo es el movimiento subversivo de la emancipaci&oacute;n del  g&eacute;nero humano. Bien lo sabela burgues&iacute;a, pues sin ello no podr&iacute;a  sostener su poder. Por esto tiene que negar el derecho a la conciencia  cr&iacute;tica del conjunto de la sociedad sobre sus propios destinos, de ah&iacute;  la necesaria alienaci&oacute;n que termina afectando a sus propios intereses,  pues la ignorancia es una peste que termina afectando a los propios  apestadores. La alienaci&oacute;n social es una bomba que en su explosi&oacute;n no  respeta los l&iacute;mites de clases y revienta como ideolog&iacute;a, negando el  propio desarrollo de las fuerzas productivas que tiene que seguir  propiciando para sostener su dominaci&oacute;n en el tiempo.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>De la pr&aacute;ctica  y la reflexi&oacute;n colectiva sobre estos m&uacute;ltiples aspectos se puede llegar  a construir un movimiento aut&oacute;nomo que comprende el profundo car&aacute;cter  democr&aacute;tico de la revoluci&oacute;n socialista, parte consustancial al proceso  definitivo de emancipaci&oacute;n social al alcanzar la destrucci&oacute;n de las  condiciones materiales para la existencia de las clases y su forma  pol&iacute;tica, el Estado, como lo hemos conocido hasta ahora. </span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>El proceso de  construcci&oacute;n de este &ldquo;control social&rdquo; en manos de los trabajadores y  los pueblos, conllevar&iacute;a necesariamente a una dualidad de poder entre  los actuales propietarios jur&iacute;dicos de los medios de vida, medios de  producci&oacute;n y de las fuentes de la vida misma, la naturaleza, y los  verdaderos propietarios, puesto que las riquezas son propiedad de  quienes las producen. Tal cual hemos luchado por la propiedad de la  tierra para el que la trabaja, hoy tenemos que luchar por la propiedad  de las inversiones productivas para quienes verdaderamente las  trabajan, garantizando su ritmo y direcci&oacute;n en funci&oacute;n de los intereses  de las grandes mayor&iacute;as y no de las empresas transnacionales como ha  ocurrido hasta hoy. Hoy desalambrar las conciencias de las grandes  mayor&iacute;as, este movimiento real que no puede encorsetarse en modelo  alguno, es lo que llamamos socialismo. </span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Las clases  dominantes, ociosas, corruptas y parasitarias, usufruct&uacute;an de un  proceso social de producci&oacute;n de riquezas, y su poder se sustenta en una  realidad jur&iacute;dica impuesta por la fuerza (el monopolio del poder  militar, pol&iacute;tico y econ&oacute;mico) y es mantenido por fatuos consensos, por  medio de la alienaci&oacute;n capitalista, por medio del consumismo y el  individualismo, la guerra psicol&oacute;gica, en fin, por el ejercicio de una  hegemon&iacute;a cultural que les garantiza la anuencia de las grandes  mayor&iacute;as que aceptan disciplinadamente ser despojadas de lo que ellas  mismas producen y les pertenece. </span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>As&iacute; como de las  fuentes de valores de cambio de productos que no tienen valor, pues son  ofrecidas al ser humano gratuitamente por la naturaleza, e igualmente  son monopolizados y enajenados, se concesiona la vida de los  trabajadores y el pueblo a quienes no tienen la necesidad de responder  m&aacute;s que a la capitalizaci&oacute;n del excedente econ&oacute;mico producto de la  explotaci&oacute;n del trabajo, la enajenaci&oacute;n de los recursos naturales y el  esfuerzo de las grandes mayor&iacute;as, que luego son acumulados en forma  privada. Los destinos de los chilenos y chilenas est&aacute;n determinados por  la ganancia capitalista, la acumulaci&oacute;n por despojo y por sobre  explotaci&oacute;n se convierte en propiedad de una minor&iacute;a sin patria ni  bandera.</span></p>
<h2><span lang=»ES-CL» xml:lang=»ES-CL»>5.- La participaci&oacute;n efectiva es la base de toda  democracia real, cuyo movimiento es el socialismo de los pueblos y los  trabajadores que se&ntilde;ala el camino de victorias a transitar</span></h2>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>La  participaci&oacute;n efectiva de los trabajadores y el pueblo es el camino de  victorias para la conquista del poder real por y para las grandes  mayor&iacute;as del pa&iacute;s, explotadas, despojadas y disciplinadas por el  control social ejercido por el Estado subsidiario del capital  financiero, que es, en definitiva, el sujeto activo de la dominaci&oacute;n  capitalista y del orden actual. El Estado es el mediador entre el  rentismo y las fracciones industriales modernas. El Estado capitalista  en la fase actual del desarrollo del capitalismo, tanto en el pa&iacute;s como  en el mundo entero, es garant&iacute;a de la unidad pol&iacute;tica de las clases  dominantes mundializadas.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>La t&aacute;ctica debe  incorporar un acompa&ntilde;amiento estrecho de la lucha en el campo de las  ideas, en la preparaci&oacute;n de los trabajadores y la organizaci&oacute;n popular,  el pueblo, para asumir las tareas del gobierno del Estado y del  conjunto de la sociedad. Hay que vencer por una parte, a los ide&oacute;logos  org&aacute;nicos al servicio de los intereses econ&oacute;micos de las clases  dominantes y por otra parte, vencer la propia resistencia de buena  parte de la militancia social y pol&iacute;tica que ha sido asimilada por las  ideas dominantes del bloque en el poder. Nos enfrentamos a un verdadero  silogismo compuesto entre ide&oacute;logos, ideotas e idiotas de tomo y lomo.  Los primeros al servicio de las castas en el poder que est&aacute;n obligadas  a defender sus privilegios hasta las &uacute;ltimas consecuencias; los que  deshojan margaritas anunciando la muerte del marxismo, supuestamente  difuminado en la multitud de interpretaciones al uso; m&aacute;s los que  honestamente piensan que es posible seguir desarrollando el pensamiento  y la acci&oacute;n revolucionaria, cantando loas pre-marxistas, cantinelas que  no tienen m&aacute;s originalidad que la repetici&oacute;n de la idiota ignorancia  del que, teniendo una pala a mano, pretende cavar la sepultura del  capitalismo con cucharas de palo.</span></p>
<h3><span lang=»ES-CL» xml:lang=»ES-CL»>6.- &iquest;Cu&aacute;l es el nudo que no nos permite tomar la pala y nos impone seguir cavando con cucharas de palo?</span></h3>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Debido a los  retrocesos generales en el desarrollo del m&eacute;todo cient&iacute;fico -s&iacute;ntoma de  la senilidad del sistema de reproducci&oacute;n capitalista y aspecto que no  afecta a una clase determinada, sino al conjunto de la sociedad-, se  puede se&ntilde;alar la tendencia a la simplificaci&oacute;n &ndash;vulgarizaci&oacute;n- del  m&eacute;todo de aproximaci&oacute;n a los procesos que interact&uacute;an en su conjunto en  la constituci&oacute;n de la realidad hist&oacute;rico-social. Sum&eacute;mosle a esto, la  desesperaci&oacute;n por no lograr ver una salida del laberinto que genera la  supremac&iacute;a del capital como sujeto en la sociedad actual. Ello produce  un miedo razonable a la victoria de los procesos emancipatorios de los  pueblos y los trabajadores. </span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Corresponde a  una &eacute;poca de dispersi&oacute;n y de iconizaci&oacute;n de las incertidumbres una  tendencia a operar mentalmente a trav&eacute;s de un pensamiento  simplificante, una esclerotizaci&oacute;n que termina en la formalizaci&oacute;n que  no permite ver la conjunci&oacute;n din&aacute;mica de lo uno y de lo m&uacute;ltiple. El  principio de no-contradicci&oacute;n y de tercero excluido se apodera del  sentido com&uacute;n y se tiende a la unidad o identidad abstracta,  desalojando la diversidad, la multiciplidad de las determinaciones y  las intermediaciones entre el concepto y la realidad, o bien, se  fetichizan las distinciones, las diferencias. Y al perder la visi&oacute;n de  la globalidad de los procesos, se pierden igualmente las  contradicciones vitales de las partes sobre el todo. Es as&iacute; como  abundan las aproximaciones fragmentadas a la realidad y esta pierde su  cualidad de totalidad contradictoria en movimiento, es decir, su  transitoriedad y su devenir hist&oacute;rico concreto. Al perder las  referencias a la unidad o identidad de lo m&uacute;ltiple, la dispersi&oacute;n  pol&iacute;tica e ideol&oacute;gica resulta en fogonazos fragmentados y las  odiosidades absurdas terminan siendo funcionales al sistema mundial de  dominaci&oacute;n capitalista.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Me recuerda  este escenario a los animales perdidos en la cordillera que terminan  comi&eacute;ndose la cola para no morir de hambre hasta quedar petrificados en  el hielo andino. Un viento helado que golpea los cuerpos s&oacute;lo puede ser  contrarrestado con la actividad m&aacute;s en&eacute;rgica.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Por m&aacute;s que  insistamos en que para lograr un horizonte de sentido, este esfuerzo  por despojarse de los prejuicios adquiridos y de toda suerte de  manifestaci&oacute;n religiosa &ndash;de creyentes y no creyentes- hace falta igual  algo de fe. La fe en los trabajadores y los pueblos. Es en la fuerza de  nuestras ra&iacute;ces que mantendremos vivo el &aacute;rbol de la libertad.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>El socialismo  surge de los l&iacute;mites mismos del capitalismo, y este ser&aacute; resuelto a  favor del capital o el trabajo. Es con nuestra actividad pol&iacute;tica  integral e integradora que haremos posible que esta necesidad hist&oacute;rica  sea una realidad o una nueva experiencia sin el debido &eacute;xito. Quien  tema a la victoria, jam&aacute;s podr&iacute;a estar en condiciones de vencer.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Hoy m&aacute;s que  siempre aquello de que la emancipaci&oacute;n social de los pueblos y los  trabajadores es su propia obra, es la base de la confianza pol&iacute;tica de  nuestro movimiento, es la base de nuestra concepci&oacute;n del mundo y del  m&eacute;todo revolucionario para la transformaci&oacute;n del orden actual.</span></p>
<h2><span lang=»ES-CL» xml:lang=»ES-CL»>7.- A modo de resumen </span></h2>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>No hay nada tan  complejo en realidad, nada misterioso, s&oacute;lo se requiere terminar de  comprender que es necesario un trabajo te&oacute;rico-pr&aacute;ctico de car&aacute;cter  colectivo para demostrar las hip&oacute;tesis respecto de la verdadera  naturaleza del desarrollo del capitalismo en Chile. De ah&iacute;, comprender  su entramado de clases y sus luchas, para luego deducir de ello, y de  su permanente comprobaci&oacute;n en la pr&aacute;ctica pol&iacute;tica -nuestra peculiar  forma revolucionaria. Esto es, encontrar las evidencias emp&iacute;ricas para  la superaci&oacute;n definitiva del desarrollo del capitalismo e invertir con  ello el proceso basado en el des-orden actual- en funci&oacute;n de resolver  los destinos del pa&iacute;s seg&uacute;n los intereses de las grandes mayor&iacute;as  trabajadoras, productivas e improductivas. </span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Postulo la  hip&oacute;tesis de que en un pa&iacute;s dependiente del capital financiero  transnacional, donde la producci&oacute;n organizada seg&uacute;n una determinada  divisi&oacute;n internacional del trabajo, divisi&oacute;n social e internacional que  determina su naturaleza en cuanto producci&oacute;n primaria exportadora, la  oferta no crea su propia demanda y la ganancia extraordinaria  arrebatada por estos medios no beneficia m&aacute;s que a los capitales que  deciden invertir seg&uacute;n sus propios intereses inmediatos. Esta es la  base material de la insuperabilidad de la crisis estructural del  capitalismo sin una revoluci&oacute;n socialista.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Sostengo que la  ausencia de una pol&iacute;tica independiente de los trabajadores y el pueblo,  y la inexistencia de una burgues&iacute;a nacional, hace que en Chile no  exista una estrategia nacional de desarrollo propio, no tiene soberan&iacute;a  pol&iacute;tica, su modo dependiente de operar se encuentra en una camisa de  fuerza impuesta por el capital transnacional y las organizaciones  internacionales a su servicio. Naufragamos en una arquitectura  cuasi-estancacionista, y sus temporales animaciones y auges econ&oacute;micos  dependen de las animaciones de los precios y posibles auges de las  materias primas. Y como estas no son renovables, s&oacute;lo consumibles,  nuestro futuro est&aacute; signado por una suerte de ruleta rusa y en  cualquier momento saldr&aacute; el tiro mortal. Es vergonzoso que el monopolio  de las armas est&eacute; en manos de sectores que dicen estar comprometidos  con la defensa y la seguridad del pa&iacute;s, educados en una suerte de  &ldquo;nacionalismo chauvinista&rdquo; &ndash;suficiente para defender otrora el patr&oacute;n  de acumulaci&oacute;n d&eacute;bilmente desarrollista- y, por tanto, tan mal educados  en la defensa de la soberan&iacute;a y el patrimonio nacional y tan  antipopulares como la propia Concertaci&oacute;n responsable de la transici&oacute;n  entre el gobierno dictatorial a la actual forma democr&aacute;tico-burguesa.  Ante el bald&oacute;n del entreguismo de nuestras clases dirigentes, el  pueblo, con los trabajadores -productivos y no productivos- a la  vanguardia de un nuevo proyecto hist&oacute;rico, dar&aacute; por el suelo con las  ficciones que hoy nos gobiernan.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>La actual  campa&ntilde;a contra la privatizaci&oacute;n del mar &ndash;paradigm&aacute;tica y de identica  laya respecto de la miner&iacute;a, los bosques, los recursos h&iacute;dricos en  tierra, la agricultura, la banca, la seguridad social, la salud, la  educaci&oacute;n, la vivienda, la cultura, el desarrollo y la investigaci&oacute;n  cient&iacute;fica, entre otros tantos aspectos de la vida nacional- arroja  esclarecedoras luces sobre la naturaleza depredadora del patr&oacute;n de  reproducci&oacute;n capitalista en Chile. No estamos dispuestos a aceptar sin  resistencia los ofertones del patrimonio de todos los chilenos y  chilenas al capital financiero transnacional. Nuestro objetivo pol&iacute;tico  emancipatorio, de car&aacute;cter estrat&eacute;gico, es poner a los trabajadores y  el pueblo como sujetos de toda soberan&iacute;a. En ello hemos de concentrar  toda nuestra capacidad subversiva y toda nuestra inteligencia  socialmente adquirida por a&ntilde;os de lucha que van desde las resistencias  al conquistador, pasando por los fundaci&oacute;n del movimiento obrero y  popular, hasta nuestros d&iacute;as. Largos siglos de combate contra las  distintas formas de colonizaci&oacute;n, de una violencia que no se puede  ocultar con la ret&oacute;rica oficialista y oficiosa.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Junto con ello,  no queda otro camino que preparar una fuerza pol&iacute;tico-social que sea  capaz de llevar adelante, desde un gobierno de los trabajadores y el  pueblo, un salto cualitativo a la socializaci&oacute;n colectivista. El  socialismo de los pueblos y los trabajadores es el contenido esencial  de nuestra opci&oacute;n anticapitalista y antiimperialista. Es decir, en s&iacute;  mismo, nada de negaci&oacute;n maniquea, sino proposiciones integrales para la  superaci&oacute;n definitiva del desarrollo capitalista en Chile.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Los  trabajadores y los pueblos tienen todos los elementos necesarios para  comprender que, en el siglo XXI, o seguimos siendo yunque o tomamos la  firme decisi&oacute;n de ser martillo.</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>&iexcl;Barbarie capitalista y bestialidad imperialista, o socialismo de los trabajadores y los pueblos del mundo entero!</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>&iexcl;Viva el pueblo! &iexcl;Vivan los trabajadores!</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>Amador</span></p>
<p><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>&iexcl;Luchamos y estudiamos para vencer!</span></p>
<p><a target=»_blank» href=»http://www.marxismo.cl/»><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>www.marxismo.cl</span></a></p>
<p><a target=»_blank» href=»http://www.marxismo.cl/portal»><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>www.marxismo.cl/portal</span></a></p>
<p><a target=»_blank» href=»http://unidadmpt.wordpress.com/»><span lang=»ES-CL» new=»» xml:lang=»ES-CL»>http://unidadmpt.wordpress.com/</span></a></p&gt;
<p>Notas:</p>
<p>(1)  Joan Robinson, economista inglesa aguda investigadora y polemista  fustig&oacute; a los intelectuales org&aacute;nicos del capitalismo que  autoinvestidos con arrogancia de un cierto saber &ldquo;cient&iacute;fico&rdquo; supo  junto a otros compa&ntilde;eros de aventura sostener una fuerte lucha  ideol&oacute;gica. Entre otras frases para el bronce que he podido leer en  controversias con ide&oacute;logos yanquis y europeos, entre otros tantos,  se&ntilde;alaba: &ldquo;Cuando dos teor&iacute;as difieren en su ideolog&iacute;a, la diferencia  m&aacute;s importante entre ambas se establece en el terreno de la acci&oacute;n  pol&iacute;tica&rdquo; (&ldquo;Hacia una econom&iacute;a din&aacute;mica&rdquo; (Towards a Dynamic Economics).  Si bien estas frases est&aacute;n fuera del contexto en que fueron expresadas  dan igualmente una idea de la agudeza de sus indagaciones y el sentido  pr&aacute;ctico que tienen sus investigaciones y an&aacute;lisis. Audacia intelectual  digna de imitar por los militantes revolucionarios en el presente siglo. </p>
<p>(2)  Federico Engels, &ldquo;El papel del trabajo en la transformaci&oacute;n del mono en  hombre&rdquo;. Una versi&oacute;n en internet puede encontrarse en: http://www.marxismo.cl/mod/forum/discuss.php?d=1325</p&gt;
<p>(3) Carlos Marx, Tomo III de El Capital,  Secci&oacute;n Sexta: &ldquo;C&oacute;mo se convierte la ganancia extraordinaria en Renta  del Suelo&rdquo;, Cap&iacute;tulo XXXVII. Fondo de Cultura Econ&oacute;mica, M&eacute;xico. Hay  una versi&oacute;n en internet que puede ser le&iacute;da en <a href=»http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital3/MRXC3837.htm»>http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital3/MRXC3837.htm</a></p&gt;

Análisis de las situaciones. Correlaciones de fuerzas.

Posted in Textos de Interes para la formación by formacionmpt on octubre 13, 2009

Análisis de las situaciones. Correlaciones de fuerzas.

El estudio de cómo hay que analizar las «situaciones» o sea, de cómo hay que establecer los diversos grados de correlaciones de fuerzas, puede prestarse a una exposición elemental de ciencia y arte políticos, entendida como un conjunto de cánones prácticos de investigación y de observaciones particulares útiles para despertar el interés por la realidad de hecho y para suscitar intuiciones políticas más rigurosas y vigorosas. Al mismo tiempo hay que exponer lo que se debe entender en política por estrategia y por táctica, por «plan» estratégico, por propaganda y por agitación, por orgánica, o ciencia de la organización y de la administración en política.

Los elementos de observación empírica que comúnmente se exponen en confusión en los tratados de ciencia política (se puede tomar como ejemplar la obra de G. Mosca, Elementi di scienza politica) tendrían que situarse, en la medida en que no sean cuestiones abstractas o en el aire, en los varios grados de correlaciones de fuerzas, empezando por las correlaciones de las fuerzas internacionales (en esta sección habría que colocar las notas escritas acerca de lo que es una gran potencia, las agrupaciones de Estados en sistemas hegemónicos y, por tanto, acerca del concepto de independencia y de soberanía por lo que hace a las potencias pequeñas y medias), para pasar a las correlaciones objetivas sociales, o sea, al grado de desarrollo de las fuerzas productivas, a las correlaciones de fuerza política y de partido (sistemas hegemónicos en el interior de los Estados) y a las correlaciones políticas inmediatadas (o sea, potencialmente militares).

Las relaciones internacionales, ¿son (lógicamente) anteriores o posteriores a las correlaciones sociales fundamentales? Posteriores, sin duda. Toda innovación orgánica en la estructura modifica orgánicamente las correlaciones absolutas y relativas en el campo internacional, a través de sus expresiones técnico-militares. También la posición geográfica de un Estado nacional es posterior y no anterior (lógicamente) a las innovaciones estructurales, aunque reaccione sobre ellas en cierta medida (precisamente en la medida en la cual las superestructuras reaccionan sobre la estructura, la política sobre la economía, etc.). Por otra parte, las relaciones internacionales reaccionan pasiva y activamente sobre las correlaciones políticas (de hegemonía de los partidos). Cuanto más subordinada está la vida económica inmediata de una nación a las relaciones internacionales, tanto más representa un partido esa situación y la aprovecha para impedir la llegada de los partidos adversarios al poder (recuérdese el famoso discurso de Nitti sobre la Revolución italiana técnicamente imposible). Desde esa serie de hechos se puede llegar a la conclusión de que a menudo el llamado «partido del extranjero» no es precisamente el que se indica como tal, sino el partido más nacionalista, el cual, en realidad, más que representar las fuerzas vitales del país, representa la subordinación y sometimiento económico a las naciones o a un grupo de naciones hegemónicas *.

* Una alusión a este elemento internacional «represivo» de las energías internas se encuentra en los artículos publicados por G Volpe en el Corriere della Sera del 22 y el 23 de marzo de 1932.

El problema de las relaciones entre la estructura y las superestructuras es el que hay que plantear y resolver exactamente para llegar a un análisis acertado de las fuerzas que operan en la historia de un cierto período, y para determinar su correlación. Hay que moverse en el ámbito de dos principios: 1) el de que ninguna sociedad se plantea tareas para cuya solución no existan ya las condiciones necesarias y suficientes, o no estén, al menos, en vías de aparición o desarrollo; 2) el de que ninguna sociedad se disuelve ni puede ser sustituida si primero no ha desarrollado todas las formas de vida implícitas en sus relaciones *. De la reflexión sobre esos dos cánones se puede llegar al desarrollo de toda una serie de otros principios de metodología histórica. Por de pronto, en el estudio de una estructura hay que distinguir entre los movimientos orgánicos (relativamente permanentes) y los movimientos que pueden llamarse «de coyuntura» (y que se presentan como ocasionales, inmediatos, casi accidentales). Los fenómenos de coyuntura dependen también, por supuesto, de movimientos orgánicos, pero su significación no tiene gran alcance histórico; producen una crítica política minuta, al día, que afecta a pequeños grupos dirigentes y a las personalidades inmediatamente responsables del poder. Los fenómenos orgánicos producen una crítica histórico-social que afecta a las grandes agrupaciones, más allá de las personas inmediatamente responsables y más allá del personal dirigente. Al estudiar un período histórico se presenta la gran importancia de esta distinción. Se tiene, por ejemplo, una crisis que a veces se prolonga durante decenios. Esa excepcional duración significa que se han revelado en la estructura contradicciones insanables (las cuales han llegado a madurez), y que las fuerzas políticas que actúan positivamente para la conservación y la defensa de la estructura misma se esfuerzan por sanarlas y superarlas dentro de ciertos límites. Esos esfuerzos incesantes y perseverantes (puesto que ninguna forma social confesará nunca que está superada) constituyen el terreno de lo «ocasional», en el cual se organizan las fuerzas antagónicas que tienden a demostrar (demostración que, en último análisis, sólo se consigue y es «verdadera» si se convierte en nueva realidad, si las fuerzas antagónicas triunfan, pero que en lo inmediato se desarrolla a través de una serie de polémicas ideológicas, religiosas, filosóficas, políticas, jurídicas, etc., cuya concreción puede estimarse por la medida en la que consiguen ser convincentes y alteran la disposición preexistente de las fuerzas sociales) que existen ya las condiciones necesarias y suficientes para que puedan, y por tanto deban, resolver históricamente determinados problemas («deban», porque todo incumplimiento del deber histórico aumenta el desorden existente y prepara catástrofes más graves).

* «Una formación social no perece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas para las cuales es aún suficiente y nuevas y más altas relaciones de producción hayan ocupado su lugar, ni antes de que las condiciones materiales de existencia de estas últimas hayan germinado en el seno mismo de la vieja sociedad. Por eso la humanidad se plantea siempre y sólo las tareas que puede resolver; si se observan las cosas atentamente, se hallará siempre que la tarea misma no surge sino donde las condiciones materiales de su solución existen ya, o se encuentran al menos en proceso de formación» (MARX, Introducción a la Crítica de la economía política),

El error en que a menudo se cae en los análisis histórico-políticos consiste en no saber hallar una relación justa entre lo que es orgánico y lo que es ocasional: así se llega a exponer como inmediatamente activas causas que lo son, en cambio, mediatamente, o a afirmar que las causas inmediatas son las causas eficientes únicas; en el primer caso se tiene el exceso de «economicismo» o de doctrinarismo pedante; en el otro, el exceso de «ideologismo»; en un caso se sobrestiman las causas mecánicas, en el otro se exalta el elemento individualista e individual. La distinción entre «movimientos» y hechos orgánicos y movimientos y hechos «coyunturales» u ocasionales tiene que aplicarse a todos los tipos de situación, no sólo a aquellos en los cuales ocurre un desarrollo regresivo o de crisis aguda, sino también a aquellos otros en los cuales se verifica un desarrollo progresivo y de prosperidad, así como a los de estancamiento de las fuerzas productivas. Difícilmente se establecerá de un modo exacto el nexo dialéctico entre los dos órdenes de movimiento y, por tanto, de investigación; y si el error es ya grave en la historiografía, lo será aún más en el arte político, cuando no se trata de reconstruir la historia pasada, sino de construir la presente y la futura *; los propios deseos y las propias pasiones inferiores son la causa del error, porque sustituyen al análisis objetivo e imparcial, y eso ocurre no como «medio» consciente para estimular la acción, sino como autoengaño. También en este caso muerde la víbora al charlatán, o sea, el demagogo es la primera víctima de su demagogia.

Estos criterios metodológicos pueden cobrar visible y didácticamente toda su significación cuando se aplican al examen de hechos históricos concretos. Podría hacerse útilmente para los acontecimientos ocurridos en Francia entre 1789 y 1870. Me parece que, para mayor claridad de la exposición, es necesario abarcar todo ese período. Pues, efectivamente, sólo en 1870-71, con el intento de la Comuna, se agotan históricamente todos los gérmenes nacidos en 1789, o sea, no sólo que la nueva clase que lucha por el poder derrota a los representantes de la vieja sociedad que no quiere confesarse decididamente superada, sino que además derrota a los grupos novísimos que consideran ya superada la nueva estructura nacida de la transformación iniciada en 1789, y así prueba que es vital frente a lo viejo y frente a lo novísimo. Además, en 1870-71 pierde eficacia el conjunto de principios de estrategia y táctica política nacidos prácticamente en 1789 y desarrollados ideológicamente en torno al 48 (los que se resumen en la fórmula de la «revolución permanente»; sería interesante estudiar qué parte de esa fórmula pasó a la estrategia de Mazzini –por ejemplo, por lo que hace a la insurrección de Milán de 1853–, y si ello ocurrió conscientemente o no). Un elemento que muestra el acierto de este punto de vista es el hecho de que los historiadores no están nada concordes (y es imposible que lo estén) al fijar los límites del grupo de acontecimientos que constituye la Revolución francesa. Para algunos (Salvemini, por ejemplo), la Revolución se consuma en Valmy: Francia ha creado el nuevo Estado y ha sabido organizar la fuerza político-militar que afirma y defiende la soberanía territorial del mismo. Para otros, la Revolución continúa hasta Termidor, y hasta hablan de varias revoluciones (el 10 de agosto sería una revolución independiente, etc.) **. El modo de interpretar Termidor y la obra de Napoleón ofrece las contradicciones más ásperas: ¿se trata de revolución o de contrarrevolución? Para otros, la historia de la Revolución continúa hasta 1830, 1848, 1870 e incluso hasta la Guerra Mundial de 1914. Hay una parte de verdad en cada uno de esos modos de ver las cosas. Realmente las contradicciones internas de la estructura social francesa que se desarrollan a partir de 1789 no encuentran una composición relativa hasta la tercera República, y entonces Francia tiene sesenta años de vida política equilibrada después de ochenta de agitaciones de onda cada vez más larga: 1789, 1794, 1799, 1804, 1815, 1830, 1848, 1870. Precisamente el estudio de esas «ondas» de diversa oscilación permite reconstruir las relaciones entre la estructura y las superestructuras, por una parte, y, por otra, entre el desarrollo del movimiento orgánico y el movimiento coyuntural de la estructura. Puede decirse, por de pronto, que la mediación dialéctica entre los dos principios metodológicos enunciados al comienzo de este apunte se puede descubrir en la fórmula político-histórica de la revolución permanente.

* El no haber considerado el momento inmediato de las «correlaciones» de fuerza está relacionado con los residuos de la concepción liberal vulgar, de la cual es una manifestación el sindicalismo que creía ser más adelantado mientras estaba dando un paso atrás. La concepción liberal vulgar, en efecto, al dar importancia a la correlación de las fuerzas políticas organizadas en las varias formas de partidos (lectores de periódicos, elecciones parlamentarias y locales, organizaciones de masa de los partidos y de los sindicatos en sentido estricto), estaba más adelantada que el sindicalismo, el cual concedía importancia primordial a la relación fundamental económico-social y sólo a ella. La concepción liberal vulgar tenía en cuenta implícitamente también esa relación (como se manifiesta en tantos indicios), pero insistía más en la correlación de las fuerzas políticas, que era expresión de la otra, y, en realidad, la contenía. Estos residuos de la concepción liberal vulgar se pueden identificar en toda una serie de estudios que se consideran dependientes de la filosofía de la práctica y han producido formas infantiles de optimismo y de estupidez,

** Cfr. La Révolution française, de A. Mathiez, en la colección A. Colin

La cuestión que suele llamarse de las correlaciones de fuerza es un aspecto del mismo problema. A menudo se lee, en las narraciones históricas, la expresión genérica «correlaciones de fuerzas favorables, desfavorables a tal o cual tendencia». Así, abstractamente, esta formulación no explica nada, o casi nada, porque se limita a repetir el hecho que hay que explicar, presentándolo una vez como hecho y otra como ley abstracta y como explicación. El error teórico consiste, pues, en dar un canon de investigación y de interpretación como si él fuera la «causa histórica».

En la «correlación de fuerzas» hay que distinguir, por de pronto, varios momentos o grados, que son fundamentalmente éstos:

1) Una correlación de fuerzas sociales estrechamente ligada a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres, y que puede medirse con los sistemas de las ciencias exactas o físicas. Sobre la base del grado de desarrollo de las fuerzas materiales de producción se tienen las agrupaciones sociales, cada una de las cuales representa una función y ocupa una posición dada en la producción misma. Esta correlación existe, simplemente: es una realidad rebelde; nadie puede modificar el número de las empresas o de sus empleados, el número de las ciudades con la correspondiente población urbana, etc. Esta división estratégica fundamental permite estudiar si en la sociedad existen las condiciones necesarias y suficientes para una transformación, o sea, permite controlar el grado de realismo y de actuabilidad de las diversas ideologías nacidas en su mismo terreno, en el terreno de las contradicciones que la división ha engendrado durante su desarrollo.

2) Un momento ulterior es la correlación de las fuerzas políticas, esto es: la estimación del grado de homogeneidad, de autoconciencia y de organización alcanzado por los varios grupos sociales. Este momento puede analizarse a su vez distinguiendo en él varios grados que corresponden a los diversos momentos de la conciencia política colectiva tal como se han manifestado hasta ahora en la historia. El primero y más elemental es el económico-corporativo: un comerciante siente que debe ser solidario con otro comerciante, un fabricante con otro fabricante, etc., pero el comerciante no se siente aún solidario con el fabricante; o sea: se siente la unidad homogénea y el deber de organizarla, la unidad del grupo profesional, pero todavía no la del grupo social más amplio. Un segundo momento es aquel en el cual se conquista la conciencia de la solidaridad de intereses de todos los miembros del grupo social, pero todavía en el terreno meramente económico. Ya en este momento se plantea la cuestión del Estado, pero sólo en el sentido de aspirar a conseguir una igualdad jurídico-política con los grupos dominantes, pues lo que se reivindica es el derecho a participar en la legislación y en la administración, y acaso el de modificarlas y reformarlas, pero en los marcos fundamentales existentes. Un tercer momento es aquel en el cual se llega a la conciencia de que los mismos intereses corporativos propios, en su desarrollo actual y futuro, superan el ambiente corporativo, de grupo meramente económico, y pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más estrictamente política, la cual indica el paso claro de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas; es la fase en la cual las ideologías antes germinadas se hacen «partido», chocan y entran en lucha, hasta que una sola de ellas, o, por lo menos, una sola combinación de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el área social, determinando, además de la unidad de los fines económicos y políticos, también la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no ya en un plano corporativo, sino en un plano «universal», y creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados. El Estado se concibe, sin duda, como organismo propio de un grupo, destinado a crear las condiciones favorables a la máxima expansión de ese grupo; pero ese desarrollo y esa expansión se conciben y se presentan como la fuerza motora de una expansión universal, de un desarrollo de todas las energías «nacionales», o sea: el grupo dominante se coordina concretamente con los intereses generales de los grupos subordinados, y la vida estatal se concibe como un continuo formarse y superarse de equilibrios inestables (dentro del ámbito de la ley) entre los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados, equilibrios en los cuales los intereses del grupo dominante prevalecen, pero hasta cierto punto, no hasta el nudo interés económico-corporativo.

En la historia real esos momentos se implican recíprocamente, horizontal y verticalmente, por así decirlo, o sea, según las actividades económicas sociales (horizontales) y según los territorios (verticales), combinándose y escindiéndose por modos varios; cada una de esas combinaciones puede representarse en una propia expresión organizada económica y política. Pero aún hay que tener en cuenta que con esas relaciones internas de un Estado-nación se entrelazan las relaciones internacionales, creando nuevas combinaciones originales e históricamente concretas. Una ideología nacida en un país desarrollado se difunde en países menos desarrollados, incidiendo en el juego local de combinaciones *.

* La religión, por ejemplo, ha sido siempre una fuente de esas combinaciones ideológico-políticas nacionales e internacionales, y, con la religión, también las demás formaciones internacionales, la masonería, el Rotary Club, los hebreos, la diplomacia de carrera, que sugieren expedientes políticos de orígenes históricos diversos y los llevan al triunfo en determinados países, funcionando como partido político internacional que actúa en cada nación con todas sus fuerzas internacionales concentradas; una religión, masonería, el Rotary, los hebreos, etc., pueden incluirse en la categoría «intelectuales», cuya función consiste, a escala internacional, en mediar entre los extremos, «socializar» los hallazgos técnicos que permiten funcionar a las actividades de dirección, arbitrar compromisos y vías de salida entre las soluciones extremas.

Esta correlación entre fuerzas internacionales y fuerzas nacionales se complica todavía más por la existencia, dentro de cada Estado, de numerosas secciones territoriales de varia estructura y diversas correlaciones de fuerzas de todos los grados (así, por ejemplo, la Vendée estaba aliada con las fuerzas internacionales reaccionarias y las representaba en el seno de la unidad territorial francesa, y Lyón representaba, en la Revolución, un particular nudo de correlaciones, etc.).

3) El tercer momento es el de la correlación de las fuerzas militares, que es el inmediatamente decisivo en cada caso. (El desarrollo histórico oscila constantemente entre el primer y el tercer momento, con la mediación del segundo.) Pero tampoco éste es indistinto ni identificable inmediatamente de una forma esquemática, sino que también en él se pueden distinguir dos grados: el militar en sentido estricto, o técnico-militar, y el grado que puede llamarse político-militar. En el desarrollo de la historia esos dos grados se han presentado con una gran variedad de combinaciones. Un ejemplo típico, que puede servir como paradigma-límite, es el de la relación de opresión militar de un Estado sobre una nación que esté intentando conseguir su independencia estatal. La relación no es puramente militar, sino político-militar, y, efectivamente, un tipo de opresión así sería inexplicable sin el estado de disgregación social del pueblo oprimido y sin la pasividad de su mayoría; por tanto, no podrá conseguirse la independencia con fuerzas puramente militares, sino que harán falta fuerzas militares y político-militares. Pues si la nación oprimida tuviera que esperar, para empezar la lucha por la independencia, a que el Estado hegemónico le permitiera organizarse su propio ejército en el sentido estricto y técnico de la palabra, podría echarse a dormir (puede ocurrir que la reivindicación de contar con un propio ejército sea admitida por la nación hegemónica, pero eso significará que una gran parte de la lucha habrá sido ya combatida y ganada en el terreno político-militar). La nación oprimida opondrá, por tanto, inicialmente a la fuerza militar hegemónica una fuerza sólo «político militar», esto es, le opondrá una forma de acción política que tenga la virtud de determinar reflejos de carácter militar, en el sentido: 1) de que tenga eficacia suficiente para disgregar íntimamente la eficacia bélica de la nación hegemónica, y 2) que obligue a la fuerza militar hegemónica a diluirse y dispersarse por un gran territorio, anulando así su eficacia bélica. En el Risorgimento italiano puede observarse la desastrosa falta de dirección político-militar, especialmente en el Partito d’Azione (por incapacidad congénita), pero también en el partido piamontés-moderado, igual antes que después de 1848, y no por incapacidad, ciertamente, sino por «maltusianismo económico-político», o sea, porque no quería aludir siquiera a la posibilidad de una reforma agraria ni convocar una asamblea nacional constituyente, sino que tendía simplemente a conseguir que la monarquía piamontesa se extendiera por toda Italia sin condiciones ni limitaciones de origen popular, con la mera sanción de los plebiscitos regionales.

Otra cuestión relacionada con las anteriores consiste en ver si las crisis históricas fundamentales están determinadas inmediatamente por las crisis económicas. La respuesta a esta cuestión está implícitamente contenida en los párrafos anteriores, donde se tratan cuestiones que son otra manera de presentar la ahora suscitada; pero siempre es necesario, por razones didácticas y dado el público particular, examinar cada modo de presentarse una misma cuestión, como si fuera un problema independiente y nuevo. Puede excluirse que las crisis económicas inmediatas produzcan por sí mismas acontecimientos fundamentales; sólo pueden crear un terreno más favorable para la difusión de ciertos modos de pensar, de plantear y de resolver las cuestiones que afectan a todo el desarrollo ulterior de la vida estatal. Por lo demás, todas las afirmaciones relativas a los períodos de crisis o de prosperidad pueden provocar juicios unilaterales. En su compendio de historia de la Revolución francesa, Mathiez, oponiéndose a la historia vulgar tradicional que «descubre» apriorísticamente una crisis en coincidencia con las grandes rupturas del equilibrio social, afirma que hacia 1789 la situación económica era más bien buena en lo inmediato, por lo cual no se puede decir que la catástrofe del Estado absoluto se haya debido a una crisis de pauperización. Hay que observar que el Estado estaba sometido a una crisis financiera mortal, por lo que se planteaba la cuestión de cuál de los tres órdenes sociales privilegiados iba a tener que soportar los sacrificios y los pesos inevitables para poner de nuevo a flote las haciendas estatal y real. Además, aunque la posición económica de la burguesía era sin duda floreciente, no ocurría, por supuesto, lo mismo por lo que hace a la situación de las clases populares de la ciudad y del campo, las últimas de las cuales estaban atormentadas por una miseria endémica. En cualquier caso, la ruptura del equilibrio de fuerzas no ocurrió por causas mecánicas inmediatas de pauperización del grupo social que estaba interesado en romper el equilibrio y que de hecho lo rompió, sino que ocurrió en el marco de conflictos superiores al mundo económico inmediato, relacionados con el «prestigio» de clase (intereses económicos futuros) y con una exasperación del sentimiento de independencia, de autonomía y de poder. La particular cuestión del malestar o bienestar económico como causa de nuevas realidades históricas es un aspecto parcial del problema de la correlación de fuerzas en sus varios grados. Pueden producirse novedades ya porque una situación de bienestar quede amenazada por el nudo egoísmo de un grupo adversario, ya porque el malestar se haya hecho intolerable y no se vea en la vieja sociedad ninguna fuerza capaz de mitigarlo y de restablecer una normalidad con medios legales. Por tanto, se puede decir que todos esos elementos son manifestación concreta de las fluctuaciones de coyuntura del conjunto de las correlaciones sociales de fuerza, en cuyo terreno se produce el paso de esas correlaciones sociales a correlaciones políticas de fuerza, para culminar en las correlaciones militares decisivas.

Si ese proceso de desarrollo se detiene en un determinado momento (y se trata esencialmente de un proceso que tiene por actores a los hombres, a la voluntad y la capacidad de los hombres), la situación dada es inactiva y pueden producirse conclusiones contradictorias: la vieja sociedad resiste y se asegura un período de «respiro», exterminando físicamente a la élite adversaria y aterrorizando a las masas de reserva; o bien se produce la destrucción recíproca de las fuerzas en conflicto, con la instauración de la paz de los cementerios, que puede incluso estar bajo la vigilancia de un centinela extranjero.

Pero la observación más importante que hay que hacer a propósito de todo análisis concreto de las correlaciones de fuerzas es la siguiente: que esos análisis no pueden ni deben ser fines de sí mismos (a menos que se esté escribiendo un capítulo de historia pasada), sino que sólo cobran significación si sirven para justificar una actividad práctica, una iniciativa de la voluntad. Los análisis muestran cuáles son los puntos de menor resistencia a los que pueden aplicarse con más fruto las fuerzas de la voluntad, sugieren las operaciones tácticas inmediatas, indican cómo se puede plantear mejor una campaña de agitación política, qué lenguaje será mejor comprendido por las muchedumbres, etcétera. El elemento decisivo de toda situación es la fuerza permanentemente organizada y predispuesta desde mucho tiempo antes, la cual puede ser lanzada hacia adelante cuando se juzga que una situación es favorable (y será favorable sólo en la medida en que exista una fuerza así y esté llena de ardor combativo); por eso la tarea esencial consiste en curarse sistemática y pacientemente de formar, desarrollar, homogeneizar cada vez más y hacer cada vez más compacta y consciente de sí misma a esa fuerza. Esto se comprueba en la historia militar y en la atención con la cual se ha preparado siempre a los ejércitos para empezar una guerra en cualquier momento. Los grandes Estados han sido grandes precisamente porque estaban en cualquier momento preparados para intervenir eficazmente en las coyunturas internacionales favorables, y éstas eran favorables para ellos porque los grandes Estados tenían la posibilidad concreta de insertarse eficazmente en ellas. (C. XXX; M. 40-50; son dos apuntes.)

*

A propósito de las comparaciones entre los conceptos de guerra de movimiento y guerra de posición en el arte militar y los conceptos correlativos en el arte político, hay que recordar el librito de Rosa [148 Rosa Luxemburg, La huelga general.], traducido al italiano en 1919 por C. Alessandri (tradujo del francés).

En el librito se teorizan un poco precipitada y hasta superficialmente las experiencias históricas de 1905: pues Rosa descuidó los elementos «voluntarios» y organizativos que en aquellos acontecimientos fueron mucho más numerosos y eficaces de lo que ella tendía a creer, por cierto prejuicio suyo «economicista» y espontaneista. De todos modos, ese librito (y otros ensayos de la misma autora) es uno de los documentos más significativos de la teorización de la guerra de movimiento aplicada al arte político. El elemento económico inmediato (crisis, etcétera) se considera como la artillería de cerco que abre en la guerra una brecha en la defensa enemiga, rotura suficiente para que las tropas propias irrumpan dentro y obtengan un éxito definitivo (estratégico) o, por lo menos, un éxito importante según la orientación de la línea estratégica. Como es natural, en la ciencia histórica la eficacia del elemento económico inmediato se considera mucho más compleja que la de la artillería pesada en la guerra de maniobra o movimiento, porque este elemento se concebía como origen de un efecto doble: 1) el de abrir brecha en la defensa enemiga tras haber desorganizado al enemigo mismo, haciéndole perder la confianza en sí, en sus fuerzas y en su porvenir; 2) el de organizar vertiginosamente las tropas propias, crear los cuadros o, por lo menos, poner inmediatamente en su puesto de encuadramiento de las tropas dispersas a los cuadros propios (elaborados hasta entonces por el proceso histórico general); 3) el de crear inmediatamente la concentración ideológica de identidad con la finalidad buscada. Era ésta una forma de férreo determinismo economicista, con el agravante de que sus efectos se creían rapidísimos en el tiempo y en el espacio; por eso se trataba de un misticismo histórico propiamente dicho, expectativa de una especie de fulguración milagrosa.

La observación del general Krasnov en su novela, según la cual la Entente (que no deseaba una victoria de la Rusia imperial para que no se resolviera definitivamente a favor del zarismo la cuestión oriental) impuso al Estado Mayor ruso la guerra de trincheras (absurda, dada la enorme extensión del frente desde el Báltico al Mar Negro, con grandes zonas pantanosas y de bosque), mientras que la única posibilidad era la guerra de maniobra, es una afirmación pura y simplemente estúpida. En realidad el ejército ruso intentó la guerra de movimiento y de rotura del frente, sobre todo en el sector austriaco (pero también en la Prusia oriental), y tuvo éxitos brillantísimos, aunque efímeros. La verdad es que no se puede elegir la forma de guerra que se quiere practicar, a menos que uno tenga desde el primer momento una superioridad aplastante sobre el enemigo, y son sabidas las enormes pérdidas que costaron la obstinación de los Estados Mayores en no reconocer que la guerra de posiciones quedaba «impuesta» por la correlación general de las fuerzas en pugna. Pues la guerra de posiciones no consta sólo, en efecto, de las trincheras propiamente dichas, sino de todo el sistema organizativo e industrial del territorio que se encuentra a espaldas del ejército de combate, y la imponen especialmente el tiro rápido de los cañones, de las ametralladoras, de los mosquetones, y la concentración de armas en un determinado punto, así como la abundancia de suministro, que permite sustituir rápidamente el material perdido a raíz de un hundimiento del frente y una retirada. Otro elemento es la gran masa de hombres que intervienen en las formaciones de primera línea, de valor muy desigual y que, precisamente por eso, tienen que actuar como masa. Así se ha visto cómo en el frente oriental una cosa era irrumpir en el sector alemán y otra irrumpir en el austriaco, y que incluso en el sector austriaco, una vez reforzado por tropas alemanas elegidas y mandado por alemanes, la táctica de asalto se saldó con un desastre. Lo mismo se vio en la guerra polaca de 1920, cuando el avance que parecía irresistible fue detenido ante Varsovia por el general Weygand al llegarse a la línea mandada por oficiales franceses. Los mismos técnicos militares, ahora obsesionados por la guerra de posición igual que antes lo estaban por la de movimiento, niegan que este tipo tenga que considerarse eliminado de la ciencia de la guerra; sólo que en las guerras entre los Estados más adelantados industrialmente y en civilización, la guerra de movimiento tiene que considerarse como reducida ya a una función táctica más que estratégica, o sea, a la posición en que antes se encontraba la guerra de asedio respecto de la de maniobra.

La misma reducción hay que practicar en el arte y en la ciencia de la política, al menos por lo que hace a los Estados más adelantados, en los cuales la «sociedad civil» se ha convertido en una estructura muy compleja y resistente a los «asaltos» catastróficos del elemento económico inmediato (crisis, depresiones, etc.): las superestructuras de la sociedad civil son como el sistema de trincheras de la guerra moderna. Así como en ésta ocurría que un encarnizado ataque artillero parecía haber destruido todo el sistema defensivo del adversario, cuando en realidad no había destruido más que la superficie externa, de modo que en el momento del asalto los asaltantes se encontraban con una línea defensiva todavía eficaz, así también ocurre en la política durante las grandes crisis económicas; ni las tropas asaltantes pueden, por efecto mero de la crisis, organizarse fulminantemente en el tiempo y en el espacio ni –aun menos– adquieren por la crisis espíritu agresivo, y en el otro lado, los asaltados no se desmoralizan ni abandonan las defensas, aunque se encuentren entre ruinas, ni pierden la confianza en su propia fuerza y en su propio porvenir. Es verdad que las cosas no quedan como estaban antes de la crisis económica, pero no se tiene ya el elemento de rapidez, de aceleración de tiempo, de marcha progresiva definitiva, como lo esperarían los estrategas del cadornismo político [149].

149 El general Cadorna fue el jefe del Estado Mayor del Ejército italiano durante la Primera Guerra Mundial. La crítica militar posterior ha tendido a salvar las concepciones estratégicas del general, probablemente por motivos políticos. Gramsci aplica el término «cadornismo político» a la visión mística, extremista y economicista de la huelga general porque se atiene, verosímilmente, a la estimación popular de la estrategia de Cadorna como una irresponsable expectativa, a la vez eufórica e inerme, de la autodestrucción (batalla de Caporetto).

El último hecho de este tipo en la historia de la política han sido los acontecimientos de 1917. Ellos han marcado un giro histórico decisivo en el arte y en la ciencia de la política. Se trata, pues, de estudiar con «profundidad» cuáles son los elementos de la sociedad civil que corresponden a los sistemas de defensa de la guerra de posición. Se escribe aquí intencionadamente «con profundidad», porque esas cuestiones han sido ya estudiadas, pero desde puntos de vista superficiales y triviales, al modo cómo ciertos historiadores del vestido estudian las extravagancias de la moda femenina, o bien desde un punto de vista «racionalista», o sea, con la convicción de que ciertos fenómenos se destruyen en cuanto que se explican «con realismo», como si fueran supersticiones populares (las cuales, por lo demás, tampoco se destruyen con sólo explicarlas). (C. XXX; M. 65-67.)

www.gramsci.org.ar