Formación MPT Blog

DURKHEIM Y MARX (I)

Posted in Temas Generales, Textos de Interes para la formación by formacionmpt on noviembre 29, 2009

DURKHEIM Y MARX (I)

La Sociología Clásica es el término que sirve para designar un vasto cuerpo teórico producido entre c.1880 y c.1920. Entre sus máximos exponentes se encuentran autores tan disímiles como Emile Durkheim (1858-1917) y Max Weber (1864-1920). Los temas fundamentales de este corpus son: la naturaleza del lazo social, la especificidad del capitalismo occidental (¿Por qué surgió en Occidente y no en China?, ¿Qué factores permitieron el desarrollo del mismo?) y la búsqueda de caminos que permitan eliminar y/o mitigar la lucha de clases y el conflicto social. La producción de todos los sociólogos que son agrupados en esta corriente está marcada por la crisis, una profunda crisis que sacudió al capitalismo tanto en el plano ideológico como en el económico-político y que tuvo sus expresiones más altas en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y en la Revolución Rusa de 1917.

A diferencia de otras ciencias sociales, la Sociología es la ciencia de la crisis por antonomasia. En términos más llanos, la buena sociología se produce en períodos de crisis, cuando los poderes y los valores establecidos se hallan luchando por sobrevivir frente al embate de otras fuerzas sociales. En esos momentos, los sociólogos intentan echar una mirada al conjunto de la sociedad, abandonando sus investigaciones micro o sus micro investigaciones (da lo mismo). Dado, además, que la sociología no es una ciencia revolucionaria, las investigaciones de los sociólogos arrojan luz sobre la manera en que los intelectuales orgánicos de la burguesía (lectores de las jóvenes generaciones: así llamábamos en tiempos pretéritos a la clase dominante en la sociedad capitalista, es decir, aquél conjunto de individuos que controlaba los medios de producción) conciben las bases de la dominación capitalista sobre la sociedad. En este sentido, y dada la magnitud de la crisis que les tocó experimentar, los sociólogos clásicos merecen con toda justicia el adjetivo que califica a su sociología, pues sus producciones se caracterizan por un enfoque de la totalidad social que se perdió en las décadas posteriores.

Para comprender en toda su magnitud la importancia de este cuerpo teórico es necesario tener presente que el mismo se construyó en una confrontación con el marxismo, que estaba expandiéndose en los medios obreros y entre algunos intelectuales europeos de fines del siglo XIX. El marxismo, una teoría social edificada sobre bases totalmente diferentes a las de la sociología y las demás ciencias sociales, representaba un desafío formidable tanto en el plano teórico como en el político. Durkheim y Weber llevaron adelante sendos intentos, con suerte dispar, de refutación del marxismo. En alguna otra entrada de este blog haremos referencia a la crítica del marxismo realizada por estos autores. Ahora quiero detenerme en un punto importante para la constitución de la sociología, esto es, la influencia que ejerció en la teoría sociológica de Durkheim la obligación de enfrentar al marxismo.
La división del trabajo social (1893) es el título de la tesis de doctorado de Emile Durkheim, y representa una de las obras fundamentales de la sociología de todos los tiempos. No corresponde aquí hacer el elogio de la misma (ya volveremos muchas veces sobre su contenido). En ella Durkheim se pregunta por la naturaleza de los vínculos que ligan a los individuos entre sí, y denomina a este lazo solidaridad. Según Durkheim, existen dos grandes formas sociales (claro que en el texto identifica muchas variantes de las mismas), caracterizadas por dos tipos diferentes de relaciones sociales, la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica. En términos muy generales, cabe decir que la primera remite a las sociedades precapitalistas, en tanto que la segunda hace referencia a la sociedad moderna, cuyo eje es la producción de mercancías. No es este el lugar para analizar las debilidades del análisis durkheimniano. Sí, en cambio, considero oportuno hacer notar una fuerte semejanza entre el análisis efectuado por Durkheim del contenido de las relaciones sociales en el capitalismo, y el llevado a cabo por Karl Marx (1818-1883) en el capítulo 1 del Libro I de El Capital. Ambos trabajan, desde marcos teóricos e intereses políticos bien distintos, la cuestión de la cosificación de las relaciones sociales en el modo de producción capitalista.
¿A qué llamamos cosificación de las relaciones sociales?
En la producción mercantil, (esto es, en la forma de producción cuya característica fundamental consiste en que individuos recíprocamente indiferentes que son propietarios de medios de producción llevan sus mercancías al mercado para venderlas allí y obtener así los productos necesarios para satisfacer sus necesidades), las personas se relacionan entre sí a través de las cosas. En otras palabras, no voy al mercado porque me interesen las virtudes personales del vendendor de encendedores o de biblias; concurro a ese lugar (ojo, se trata de un lugar social, no físico) para obtener las mercancías que preciso para dar satisfacción a mis necesidades. Por supuesto, debe ir munido de una cosa que satisfaga necesidades de otros, pues de otro modo el intercambio mercantil es imposible. El dinero, operando como mediador en las operaciones de compra y venta, se transforma en el verdadero nexo entre las personas. Ahora bien, a mayor extensión de las relaciones mercantiles, se produce un aumento de la cosificación de las relaciones sociales y una disminución de los contactos «verdaderamente humanos». Como el capitalismo es la variante más exacerbada de la producción mercantil, se entiende el porqué se afirma que la sociedad capitalista tiende a la cosificación de todas las relaciones sociales.
Karl Marx efectuó un análisis clásico de la cosificación en el punto 4 del capítulo 1 del Libro I de El Capital (1867). Allí Marx expresa su opinión sobre el contenido científico de la economía política clásica (Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, etc.) y sostiene, respecto a los conceptos elaborados por los economistas burgueses, que «se trata de formas de pensar socialmente válidas, y por lo tanto objetivas, para las relaciones de producción que caracterizan ese modo de producción social históricamente determinado: la producción de mercancías. Todo el misticismo del mundo de las mercancías, toda la magia y la fantasmagoría que nimban los productos del trabajo fundados en la producción de mercancías, se esfuma de inmediato cuando emprendemos camino hacia otras formas de producción». (Marx, Karl, El Capital, México D. F., Siglo XXI, 1996, t. I, vol. I, pág. 93). El pasaje es significativo porque Marx no considera a la economía política como un engaño sistemático para adormecer al conjunto de la sociedad, por el contrario, afirma que las categorías de los economistas expresan lo que ocurre en la sociedad capitalista, claro que de una manera naturalizada, es decir, partiendo del supuesto de que las relaciones mercantiles expresan una forma de ser, una esencia, propia de los seres humanos. En rigor, los economistas no mienten, sino que se dejan llevar por la cosificación, que parece dotar a las cosas de propiedades humanas.
Marx caracterizó a la cosificación del siguiente modo: «Lo misterioso de la forma mercantil consiste sencillamente, pues, en que la misma refleja ante los hombres el carácter social de su propio trabajo como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo, como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en que también refleja la relación social que media entre los productores y el trabajo global, como una relación social entre los objetos, existente al margen de los productores.» (Marx, Karl, op. cit., pág. 88). En otras palabras, la producción mercantil transforma en los seres humanos en simples soportes de las cosas, que son las que verdaderamente parecen entrar en relación. Las consecuencias teóricas de este descubrimiento de Marx son enormemente valiosas, y muchos autores han abrevado en el punto 4 (Fetichismo de la mercancía) del capítulo I.
(Continuará)
http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2009/04/durkheim-y-marx-i.html
Tagged with:

HAYA DE LA TORRE.

Posted in Temas Generales, Textos de Interes para la formación by formacionmpt on noviembre 29, 2009
HAYA DE LA TORRE.

 

  • El aprismo ha sido uno de los movimientos políticos más cuestionados del siglo XX, por ello rebasa la historia del Perú.  Ejerció impacto en Alianza Democrática de Venezuela, el Partido Revolución Nacional de Costa Rica y en el Partido Socialista de Chile.  El desarrollo del APRA, no se debe mezclar  con la posterior evolución de Haya de la Torre hacia posiciones proimperialistas.  El APRA fue un aporte entre 1924 y 1948.
  • El aprismo fue una de las resultantes políticas del proceso histórico que vivió América Latina a principios de la década de 1920, caracterizado por la penetración del capital monopólico internacional y por la disputa interimperialista entre USA e Inglaterra.
  • Cuatro procesos influyeron en el joven Haya de la Torre: La Revolución Rusa; la Revolución mexicana; la Reforma Universitaria de 1918-1923 y el pensamiento nacional-antiimperialista, expresado en Vargas Vila, Manuel Ugarte y Blanco Fombona y otros, y llevado a la práctica en forma consecuente por SANDINO.
  • Estuvo En Moscú en 1924, donde fue influenciado por el proceso hasta 1928.  Calificaba la Revolución como un movimiento antiimperialista y de auténtica Revolución nacional.
  • Su pensamiento partió de un esquema falso, que hoy día llamaríamos dualismo-estructural: Suponía que la sociedad peruana tenía un sector capitalista (imperialista) y otro feudal, alimentado por los terratenientes criollos.  Este feudalismo, según él, se remontaba a la colonia española hasta las primeras décadas del siglo XX.  Luego, llegaron las inversiones capitalistas extranjeras, lo que introdujo el capitalismo.  Por lo tanto, dijo Haya, el imperialismo constituyó la primera etapa del capitalismo latinoamericano, a diferencia de Europa.  Finalmente, el capitalismo se une al feudalismo –siempre, según Haya-, por ello se debe combatir al imperialismo y al feudalismo.
  • Sus tesis era similares a las de Stalin.  Asimismo, era parecida a la estrategia del frente único de trabajadores manuales e intelectuales de China, con la distinción de que en Perú no se buscaba un partido de la clase obrera, sino un movimiento policlasista amplio, capaz de llevar adelante una Revolución nacional, democrática y antiimperialista, con dirección hegemónica de las capas medias.  Sostenía que el nuevo Estado debía reactivar la economía, estimular la industria nacional y el desarrollo agrario, a través del llamado capitalismo de Estado.  Dicho Estado sería el encargado de aprovechar los adelantos del capital monopólico extranjero, regulando la entrada de capitales y técnicos foráneos.
  • El carácter policlasista estaba claro: “Punto fundamental del gobierno aprista es la reunión de un congreso Económico en el que participen todas las fuerzas vivas del país, capital y trabajo, industria, comercio, agricultura y minería, empresas grades u pequeñas, nacionales y extranjeras”.
  • El APRA levantó un programa avanzado de nacionalizaciones, especialmente aquellas relacionadas con las principales empresas en manos del capital monopólico: “La primera actitud defensiva de nuestros pueblos tiene que ser la nacionalización de las riquezas arrebatándola de las garras del imperialismo”.
  • Haya relacionaba el problema de las nacionalizaciones con la lucha por la liberación nacional: “El problema primario de nuestros países es pues el problema de la liberación nacional amenazada por el imperialismo que impedirá por la violencia todo intento político de transformación que a juicio del imperio yanqui, afecte sus intereses.
  • Abogaba porque las capas medias debían jugar un papel hegemónico en el control del Estado y en la alianza política de clases.  Entendía por capas medias asalariadas a los profesionales e intelectuales, a la pequeña burguesía rural y urbana, englobándolas bajo el impreciso concepto de clase media”.
  • Reivindicaba con fuerza los derechos de las comunidades indígenas.
  • Replanteó la Unidad de América Latina, utilizando conceptos de la tradición marxista: “El inmenso poder del imperialismo no puede ser afrontado sin la unidad de los pueblos latinoamericanos.  Pero contra esta unidad conspiran, ayudándose mutuamente, nuestras clases gobernantes y el imperialismo, y como éste ayuda a aquéllas y les garantiza el mantenimiento del poder político, el Estado, instrumento de opresión de una clase sobre otras y arma del imperialismo para explotar a nuestras clases productoras y mantener divididos a nuestros pueblos.  América Latina debe constituir una Federación de Estados; el poder político debe ser capturado por los productores”.
  • Otro sería el cantar de Haya de la Torre a partir de la década de 1950.
Tagged with: